Juan
Collado (Juan y los planetas)
Campana,
Buenos Aires.
¿Qué te
acercó a la música?
De chico empezó a despertar mi curiosidad
musical a través de mis hermanos más grandes. Ellos en la adolescencia, en los noventas;
y yo, un pibe que iba creciendo con el grunge, punk, rock, etcétera. Después,
en la primaria nos juntábamos con amigos que compartíamos gustos musicales y
nos pasábamos discos que teníamos y que nos gustaban. Para los demás compañeros
éramos los “distintos” del salón, ya que pocos solían escuchar, investigar y
curiosear en el ámbito musical. Ahí lo conocí a Damián, un amigo con el cual
salíamos a andar en skate y juntarnos a escuchar discos e intercambiar gustos
musicales.
¿Cuáles
fueron tus primeras incursiones?
En una Navidad, cuando tenía nueve o diez años,
compré en Musimundo (cuando realmente vendían discos) mi primer CD original, Dookie de Green Day, a $10. Y después,
el Anthology de los Ramones. Esos dos
discos, creo que fueron los que iniciaron mis ganas de empezar a entrar en la
música. A los once y doce años formamos la primera banda de amigos del barrio,
que se llamaba Rancho Viejo, éramos
un trio punk con canciones que componíamos nosotros y hablaban, la mayoría, de
personajes del barrio. Yo tocaba la batería, Elías la guitarra y Mailén el
bajo. Nos juntábamos todas las tardes con mi perro Lucky en la casa
de la vieja Noelia, junto con Elías y otros amigos del barrio, y a la
tardecita íbamos a ensayar a casa. Ahí empezó todo y no paró nunca,
en el barrio, con influencias de amigos más grandes, el Tuty, Chivi,
Picon, Jr., Los 7 Magníficoz, Gatopardo, fiestas en el barrio, skate…
¡Cuántos recuerdos hermosos!
¿Tenés
una metodología de composición y trabajo?
No, no tengo una metodología concreta al momento
de componer temas, creo que es bastante amplio el tema de la composición. Todas
las canciones las compuse en distintos momentos, de distintas formas
y en distintos estados de ánimo. Algunos temas tienen música y después les
agrego letra y otros al revés. Algunos salen en zapadas medias mántricas, otros
en conjunto con amigos, etcétera. También creo que la letra y la música son dos
cosas totalmente diferentes y la unión de estas dos forman algo increíble, que
debe apreciarse en distintos géneros musicales. Es por eso que apoyo a los
nuevos y viejos cantautores y la diversidad de personas que están saliendo
últimamente, con guitarra en mano, sin pedir nada a cambio.
¿Cuál es
el momento más placentero del proceso musical?
El proceso musical tiene diferentes etapas. Me
parece que el momento creativo, cuando se empieza a crear la canción, está buenísimo.
Y como toda idea, cuando empieza debe concretarse de alguna manera. Tener una
respuesta buena o mala, constructiva o no, es muy importante, y me parece que
la canción se siente realizada cuando hay una respuesta del público, de un
amigo al que le mostrás el tema por primera, de un familiar cuando te pone play
en youtube, o cuando te dan un abrazo después de un show y te dicen que les
encantó. Esas dos etapas creo que son las más placenteras para mí.
¿De qué
hablan tus canciones?
De sacarse los prejuicios que nos mete la gente,
de la cosas lindas como andar en bici, algunas son bastante metafóricas, otras
infantiles, medio graciosas, y alguna que otra de amor.
¿Qué
esperás que pase con tus canciones?
Que rueden, que recorran como el viento
distintos lugares y corazones, que comuniquen y expresen.
¿Cuándo
empezaste tu camino solista y por qué?
Arranqué en 2012 con canciones que no salían de
mi habitación y con ganas de sacarlas a flote. Ya venía tocando en bandas,
desde siempre, pero nunca cantando. Un verano me invita un amigo a tocar mis
temas en el local de skate que tenía. Era un local chico, fue gente, estaban
todos bastante cerca, había muchos silencios. Empecé a transpirar y en la
mayoría de los temas me temblaba la carretilla, ja ja. Creo que ahí se me fue
la vergüenza de cantar en vivo.
¿Cómo ves
la escena musical?
Se nota que hace un tiempo viene cambiando
bastante la escena musical. Diversidad cultural por todos lados, en la calle,
en bares, casas, centros culturales. Está buenísimo el circuito que se genera y
también la aceptación por parte de la gente de los lugares a donde vas a tocar.
Ya no es el mismo trato que venía pasando, como sabemos, después de lo de
Cromañón. Hubo muchas trabas y clausuras de espacios. Ahora ya no necesitamos
un espacio, porque se puede tocar en donde uno quiera.
¿Con que
músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Con mucha gente, muchos amigos que tengo son
músicos, algunos andan viajando, otros están cerca, andamos todos tocando
siempre. Entre estos, están Dami Polvo de Hadas, Jim
Jim, Porcelain Dolls, Peru, Billordo, Ñuman, Círculo Cromático, Los
Rusos Hijos de Puta, y demás.
¿Encontrás
alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
En Zárate, Campana y alrededores (Buenos Aires provincia)
hay desde hace mucho tiempo una gran cantidad de artistas de diferentes ramas.
Hay un circuito independiente muy fuerte, que va más allá de lo que es la
capital, a pesar de que estamos cerca. Eso está buenísimo, porque la gente que
viene de otros lados la pasa re bien cuando viene para acá. Tenemos el río, el delta, la isla... Muy buena fuente de inspiración.
¿Un disco?
Viento
Magnético, Matías García.
¿Una
canción?
“Dios es un rocker”, Gatopardo.
¿Una
frase?
“El que
mucho abarca poco aprieta”.
¿Un
espacio?
Hay varios lugares donde toqué, que me gustan
mucho. En Campana puede ser Pachamama Espacio Cultural, La casa del árbol,
en Palermo, también es un lugar muy lindo, Antiguo Cine Gloria, en
Maschwitz, también.
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