miércoles, 16 de diciembre de 2015

¡De Lavallol a Pachuca de Soto!

NoTanSolistas Volumen I · Marzo - diciembre 2015
¡Muchas gracias! Conocimos, disfrutamos, aprendimos.
Pronto regresamos al camino.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

#40 - No pretendo irme sola a ningún lado con mis historias, sin nadie que me acompañe en el camino

Naya Ledesma
Pachuca de Soto, Hidalgo, México.



¿Qué te acercó a la música?
Es curioso cómo una pregunta tan común y simple como esa, sea tan difícil de responder con justicia. Uno se apoya en la memoria, remonta a los recuerdos..., y los recuerdos están siempre teñidos con un tinte emocional. Si te cuento lo primero que me pasa por la mente cuando me hacen esa pregunta, tendría que decir que veo a mi padre sentado en la mesa, trabajando o leyendo, y puedo recordar que escuchaba música clásica, pero a veces también a Zitarrosa, ¿o era Silvio…?
Mi primer acercamiento fue mi familia. Lo que se escuchaba en casa. Ésa sería comúnmente la respuesta a la pregunta, y sería correcta. Pero también recuerdo que por casa pasaron amigos cercanos que eran grandes músicos y de los cuales aprendí la diferencia entre un clarinete y un saxofón, qué era la respiración diafragmática y cómo seguir una clave dos-tres antes de entender la diferencia entre un verbo y el sustantivo. Parece pretencioso decirlo así, pero la realidad es que la música entró en mi vida y en mi cuerpo de una manera mucho más orgánica y natural que, por ejemplo, las matemáticas.
Mi hermano Julián, al quien yo era muy cercana a esa edad, comenzó a aprender a tocar la guitarra de manera autodidacta, y yo fui testigo de ese proceso. Lo veía practicar las canciones. Me sentaba junto a él y lo acompañaba con mi voz. De esa manera me contagié. También yo comencé a tener curiosidad con la guitarra.
También influyó mi padrastro, Lalo Aibar, músico salteño de folclore, con una voz grave, profunda, cautivadora y hermosa. Y tocaba en su guitarra, con maestría, todas esas canciones de folclore argentino que yo había escuchado en los casetes de mis padres. Así que cuando quise aprender los primeros pasos en una guitarra, esos pasos los di gracias a él. Luego di rienda suelta a mi propio gusto y me senté a tocar en la guitarra lo que a mí me pareciera.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Considero que la primera incursión seria en la música se dio gracias a mi otro hermano, Ariel. Él se encontraba en su periodo poético y era muy bueno escribiendo. Un día le pedí que me dejara leer un poema y así lo hizo. Lo leí. Entonces comencé a “sentir” el ritmo del poema. El compás. La cadencia. Tomé la guitarra y toqué unos acordes al azar. Recuerdo que comencé por “re menor”... , luego fui a sol mayor... , de ahí a do mayor y luego “la menor”...  Conforme fui amasando esos acordes mientras leía la letra, una melodía natural se filtró y ¡Taráaaan…! Ya tenía lista la primera estrofa. Se lo canté a mi hermano y le encantó.
Y así fue como pasó. Yo había compuesto música.
Al poco tiempo, inspirada por ese suceso y por lo que escribía mi hermano, me atreví a escribir mi primera canción. Para mi grata sorpresa, la canción fue una especie de “hit” entre los amigos artistas que estaba frecuentando. Conformamos juntos una banda. Y fue así que me decidí por la música. Fue un camino de ida. Nunca más di un paso atrás.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Mi metodología varía según la necesidad de la canción. Hay veces que un tema surge por medio de la música, y entonces le vas dando lo que falta pasando por varios filtros e intentos de letra y ritmos. Hay ocasiones que la letra viene primero, entonces debes escuchar lo que te pide su candencia natural para encontrar la música adecuada. Pero sobre todo, llegan esos momentos en que debes parar de componer para que la creación verdadera suceda. No hay que forzar la canción demasiado.
Me di cuenta que los períodos en que no estoy componiendo nada, son las mejores etapas de mi proceso creativo. Soy como un oso que está “invernando”, juntando toda la data, dejando que las canciones que vendrán en el futuro maduren dentro mío. En otras palabras, dejo que mi mente descanse y absorba todo lo que el mundo le está ofreciendo. Trato de no entrar en pánico, claro. Gracias a que aprendí a esperar, mis canciones encuentran nuevos rumbos. 
Pero más allá de la metodología, hay un buen grado de azar en el hecho creativo. A veces uno, simplemente, tuvo suerte. Tengo canciones que compuse en cinco minutos. Una suerte afortunada. Pero estoy especialmente orgullosa de aquellos temas que me han costado cinco años en terminar.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Encuentro placentero todos los momentos del proceso musical, porque son placeres distintos uno del otro. Uno de esos momentos es cuando nada existe todavía, entonces disfrutas de ser espectador, oyente. Otro momento es cuando dejo salir la música sola y la dejo ser. Muchas de mis melodías comenzaron como una improvisación, mientras hacía otra cosa (cocinaba, barría, viajaba en el colectivo o acunando a mi hija). Dejar al instinto que hable sin tapujos es un proceso placentero y relajante. Otro momento de placer es cuando logras dar con las palabras precisas, con una frase que lo vale todo. Algunas de las composiciones que tengo tienen alguna frase o palabra, una estrofa que me encanta y casi te podría decir que tan sólo por esos fragmentos canto la canción, para llegar hasta ahí. Algo similar pasa con fragmentos musicales. Uno de los poemas de Alfonsina Storni que musicalicé tiene un intermedio musical que me hace muy feliz. Es dulce y emotivo. Otro momento es cuando la canción está lista y se la quieres mostrar a todo el mundo. Siempre se siente como si acabaras de componer la mejor canción de la historia. Es un momento de euforia pero también es un momento de gran vulnerabilidad. Y por último..., el proceso creativo nunca termina. Si todos los compositores cancionistas son como yo, nunca cantan la canción exactamente igual. Incluso cuando estoy interpretando el mismo repertorio una y otra vez, hay siempre un espacio disponible para lo impredecible. Ese lugar le pertenece a la creación. Lo espontaneo, la improvisación o una leve variación. Es aburrido para ti y para el público si la canción la interpretas como si fueras un disco. De hacerlo así, se iría el encanto. Cada vez que canto mis canciones, quiero sentirlas como si fuera la primera vez que las canto y como si fuera la última vez que las voy a poder cantar. Cuando me entrego así, de esa manera, entonces el momento creativo de la composición es evidente para mí y para el que está escuchando.

¿De qué hablan tus canciones?
Las canciones hablan de lo que sea que hablo yo cuando no estoy cantando. Quiero decir que canto sobre lo que conozco. Mis sentimientos, mis opiniones, mis tristezas... Todo lo que me escucharías decir en una charla con mates de por medio..., sólo que con música y dicho con una poesía más trabajada. Puedo hablar en una canción sobre una pareja que se ama y hace el amor, puedo hablar acerca de lo que significa formar parte de dos culturas, sobre la migración, o puedo hablar del mundo en el que vivimos, mi postura política, mi visión, la verdad y la mentira, las cosas que me conmueven y las que me dan bronca. Considero que nunca desvié la mirada cuando se cometía una injusticia. Todas esas cosas que pasan frente a mí y a través de mí son la temática de mis canciones. Nunca busqué hacer una canción rítmica por el simple hecho de querer hacer bailar a la audiencia. No pretendo ser escuchada en los bares o en el boliche. Pretendo que se escuchen las palabras y se entienda lo que digo. No me sale barato escribir lo que quiero. Me cuesta amor, dolor, nostalgia, alegría, soledad. Yo me doy completa en las canciones, por lo tanto, cuando escuchas las letras, me escuchas a mí hablándote con honestidad. 

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Lo que espero con mis canciones es, primero que nada, que las personas que me escuchan disfruten de esa comunicación. Que sientan que son parte de ese evento musical tanto como yo. Que la música los mueva como me mueve a mí. No necesariamente de la misma manera, ni con la misma intensidad, tampoco por las mismas razones. Existen mil motivos por los cuales una palabra o una melodía nos hacen sentir algo especial. Un momento muy poderoso es cuando la canción finaliza, y entonces la reacción de la gente se hace evidente. Uno percibe cuando la canción impactó, emocionó o simplemente gustó. Yo suelo percibirlo cuando salgo de mi trance, porque muchas veces entro en un trance que me deja todavía mareada cuando la canción terminó. Me toma un segundo, entonces respiro profundo y con alivio. En definitiva, cantar es para mí un evento de mucha entrega. Y lo que espero es que esa entrega haya encontrado recepción en el oyente. No pretendo irme sola a ningún lado con mis historias, sin nadie que me acompañe en el camino.  

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
No es una historia bonita. Cuando comencé con la composición, comencé a asociarme con amigos artistas como yo para armar grupos o bandas. Estuve en dos grupos amateurs antes de asociarme con el que en ese momento era mi pareja. Formamos un dúo. Grabamos un disco. Pero a la pareja no le fue nada bien. De hecho, fue una historia de violencia doméstica, sobre todo psicológica. Y ese abuso se extendió hacia lo profesional. Duró dos años, antes de que literalmente tomase mi guitarra y me fuera a escondidas por la madrugada para no volver más. A partir de ese momento, me comprometí a hacer lo que yo quisiera profesionalmente, mi estilo de música y mis letras, sin que nadie me sonsaque o me obligue a hacer algo que no me convence. Pasó mucho tiempo antes de que me volviera a asociar con alguien así. Hoy soy una trovadora solista, pero también formo parte de un cuarteto vocal llamado La Papa Cantora y un dúo MartiNayando, junto al compositor argentino Martiniano Tanoni. He compuesto música para teatro y he formado parte de dos coros. Volví a confiar, pero defiendo mi libertad y autonomía. Si me equivoco, que sea sólo por mi culpa.

¿Cómo ves la escena musical?
Hay mucho talento, por supuesto. Muchos amigos músicos que aún están en el anonimato merecerían estar en los espacios de mayor difusión y alcance al público. El problema es que está todo compaginado con la demanda comercial; las modas, el cine, incluso la economía influyen. Cosquín no es ahora lo que antes era. Entonces ¡¿qué pueden hacer los jóvenes que hacen folclore de la actualidad si no pueden confiar en la calidad de los espacios masivos hoy en día?! Y si no es ahí, ¿a dónde ir?
Lo más difícil de la escena musical es la difusión del material, y cómo cuesta que eso sobresalga sin tener que recurrir a las grandes compañías disqueras. La realidad es que el músico de ahora sólo vende efectivamente sus discos al final de sus presentaciones. Su entrada monetaria depende de eso y de las entradas o el aporte para el artista. Esto muestra que existe un desbalance entre lo que se produce cada día y lo que se logra vender. Por lo tanto, el material musical independiente está en peligro de extinción. Es probable que, a este paso, volvamos a la época de los juglares, cuando la ganancia sólo venía de las presentaciones o de un mecenas. Díganme ustedes, ¿exagero…?

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentada? 
Naara Andariega es una compositora chilena HERMANA (así, con letras mayúsculas), cuya obra admiro profundamente. Paola Gamberale, quién fue mi profesora de canto en la EMPA, tiene un “feeling” en su música muy especial. Mis compadres del alma, Alejo García (Colombia) y Martiniano Tanoni (Argentina), dos amigos músicos de excelencia, que me acompañaron en momentos mágicos de mi vida y continúan haciéndolo. Francisco Barrios “El Mastuerzo”, un compa mexicano que me enseñó la importancia de ser uno mismo, auténtico. Él tiene una fuerza electrizante en el escenario  que traspasa los sentidos, mientras rompe con los prejuicios y la estupidez. También con mis compañeras de La Papa Cantora siento mucha afinidad en lo musical. Nos podemos “leer” cuando cantamos juntas, eso se nota mucho cuando improvisamos, estamos en sintonía una con la otra y sabemos divertirnos mientras tanto. Y, por supuesto, todas las maravillosas mujeres trovadoras que he tenido el honor de conocer estos dos últimos años: Amaranta Pérez (Venezuela), Silvia Zabzuk, Mijal Guinguis, Daniela Trovati y Daniela Tomé, Carla Giannini y Cecilia Concha Laborde (Chile), Pilmaikén Mlikota, Dafne Usorach, Paula Ferré, Alejandra Rabinovich y muchas muchas otras compañeras del colectivo MUJERTROVA. 

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Creo que “identidad” es la palabra clave. Hay grupos y solistas que se están abriendo camino, haciendo caso a su propia identidad musical. Uno puede darse cuenta que en una sola zona o en un circuito de amigos hay más variedad que antes, y los géneros se entremezclan. Ya no se espera que se encasille a la música en “folclore o tango o jazz o rock o bossa”. Los músicos tomamos los ritmos del mundo y jugamos cómo se debe jugar: JUNTOS. Porque en la música, todo es posible. Está bien que te apegues a un sólo género si eso te hace feliz. Pero está genial si quieres probar un collage sonoro. Todos los géneros merecen recibir su homenaje.

¿Un disco?
Americanito, de Alejo García. Un hermoso paisaje musical latinoamericano. Primer disco de una trilogía (según mis fuentes cercanas, jeje).

¿Una canción?
Lo siento. No puedo. Debo, al menos, hacer mención de dos: “La conquista del pan”, de Naara Andariega, y “La Avanzadora”, de Amaranta Pérez.

¿Una frase?
La distancia no debilita al amor. Lo fortalece”, frase que mi padre me escribió en una carta y que luego yo adopté como mantra. La incluí en una canción mía titulada “De cálido a frío”, donde relato mi vivencia cómo la migrante que soy.

¿Un espacio?
¿Un espacio para el artista? Las calles, los centros culturales, las escuelas. Dónde esté el pueblo. ¿Un espacio para mí? He comprobado que los brazos de la gente que amo son el mejor espacio para habitar.

¿Con quién continúa la serie?
Con Pablo Merletti (un trovador que descubrí en San Telmo y cuya obra independiente, “Canto que grito”, es la prueba de que un disco autogestionado puede tener más calidad y valor cultural que un disco hecho por Magoya) → 

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN: "SIN ARMAS"

miércoles, 2 de diciembre de 2015

#39 - Lo que hermana es la búsqueda

Naara Andariega
Punta Arenas, XII Región de Magallanes y Antártica Chilena, Chile.



¿Qué te acercó a la música?
Todo. En mi casa había guitarras y se escuchaba mucha música. Mi abuelo tenía una colección de discos y casetes, así que recuerdo que sonaba a veces Plácido Domingo, Nana Mouskouri y esas cosas que escuchaban los viejos. Mi tío loco escucha Black Sabbath, mi vieja Pink Floyd, Violeta Parra, Bob Marley, etcétera. Mi padrino me regaló el primer casete de mi vida, como a los siete años, era un Little Richard. Después largué en el conservatorio a estudiar violín. Siempre estuvo la música en casa, de eso no me puedo quejar. Además, mi vieja tocaba la guitarra y hacía sus canciones.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
¿En la creación? Con el violín, por supuesto. Me aburría mucho estudiar lo que me daban en el conservatorio y me obligaban a hacerlo, así que tocaba lo que se me ocurría, hacía como que lo escribía, ahh, jajá… Después, tipín doce años, aprendí a tocar guitarra, y desde ahí que hago canciones. La primera se llamó “Difunta inocencia”. El grunge fue una gran influencia pa comenzar a jugar a hacer cancioncillas.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Sí, lo primero es lo primero: jugar. Después, ir depurando el juego libre en algo más serio, rescatar frases, ideas, movimientos rítmicos, melódicos o armónicos, que puedan tener alguna coherencia que lleve ese estallido lúdico a ser obra. Una vez que se arma eso, viene la letra. Ése es otro mambo.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
No sé si el juego o la canción terminada, creo que todo el proceso involucra placer en mayor o menor medida, es lo que nos mueve.

¿De qué hablan tus canciones?
De buscar, de caminar, de procesos íntimos que compartimos todas las individualidades, de lugares mágicos, de raíz y de futuro.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Nada mucho. Pienso que cuando la obra es buena trasciende al creador, me encantaría que con el pasar de los largos años se pudieran instalar en la memoria colectiva del gran cancionero latinoamericano... Veremos, dijo el ciego.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Nunca me planteé como “ah, seré una artista copada e iluminaré el mundo con mis canciones”. No, fui muy tímida, pero la necesidad de expresar y compartir una sensibilidad me ganó. Te podría decir que no elegí, es lo que soy.

¿Cómo ves la escena musical?
Acá en capital, bastante copada en comparación a la realidad chilena. Me gusta que haya tanto y tan buen músico. Me gusta que estemos en la calle, en los bares, en los centros culturales. Me gusta que no sean competitivos, que sean generosos con sus espacios y sus públicos. Hay gente muy linda en el ambiente.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentada?
Creo que podría haber un lenguaje similar de belleza y combate en lo que hace Susy Shock. También siento que comparto búsqueda y belleza con Dafne Usorach y Naya Ledesma, dos jovencitas cantautoras muy muy buenas. Después está mi eterna hermana, con la que compartimos el amor por la poesía y las tradiciones folclóricas de Chile, que es Fabiola González “La Chinganera”. Martín Damián y Ramón Queipul son otros grosos cantautores de Comodoro Rivadavia con los que siento que podría haber similitudes a la hora de abordar temas en nuestras musicalidades.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Absolutamente todos estamos atravesados por nuestras influencias, pero sin duda hay voces propias muy interesantes. Lo que hermana es la búsqueda.

¿Un disco?
Sureño, de Martin Damián.

¿Una canción?
“Centésimas”, de Fabiola González, La Chinganera.

¿Un espacio?
Lo Natural. Un jardín, una playa, una libre expresión del individuo, sin caretas.

¿Con quién continúa la serie?
Mi preciosa y querida Naya Ledesma, cantautora argenmex →

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN: "DÉCIMAS DEL CANTO URGENTE"

http://andarieganaara.jimdo.com/

miércoles, 25 de noviembre de 2015

#38 - Caminos de luces y sombras

Goyo Grasso (Cenizas del Alba)
Lomas de Zamora, Buenos Aires.



¿Qué te acercó a la música?
La música siempre estuvo presente, desde mi infancia. Si bien comencé a tocar la guitarra en la adolescencia, mi padre es músico y siempre en casa había música sonando de fondo. Tengo bellos recuerdos también de mi mamá, haciendo las cosas de la casa y tarareando o cantando alguna canción.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Cuando nací mis padrinos me regalaron una guitarra criolla que estuvo guardada en un ropero hasta mis dieciocho años. A esa edad tomé la guitarra y nunca más pude dejarla. En ese mismo año mi hermano Wally comienza a tocar la batería, y casi como un juego, arrancamos tocando algunas canciones del Flaco Spinetta.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Por lo general, en mis composiciones aparece primero la melodía de la canción y de ahí me sugiere una temática. 

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Son varios los momentos placenteros, desde cuando me siento a armar la canción y nace, hasta cuando me junto con la banda a armar los arreglos  musicales y vocales. 

¿De qué hablan tus canciones?
Las canciones van desde el amor y el desamor, el dolor y la felicidad, la verdad y la mentira, los distintos senderos de la vida con sus errores y virtudes, de saber disfrutar el hoy, aquí y ahora. En fin… caminos de luces y sombras.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
No sé qué espero que pase con mis canciones; lo que sé, es que tengo una necesidad de crear y decir con canciones lo que llevo dentro. Y eso me hace muy bien. Es mi cable a tierra.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Soy el compositor de las canciones, pero el proyecto lleva el nombre de Cenizas del Alba. Hace ya dieciocho años que estamos juntos, con sus variantes y sus cambios musicales, pero siempre tirando parejo con mucho amor y respeto por lo que hacemos.

¿Cómo ves la escena musical?
En escena musical encontrás de todo un poco, pero me siento muy cómodo y disfruto mucho junto con los chicos de la banda el ser independientes. Decidir cuándo y cómo hacer un disco, cómo mover la prensa y los shows de las presentaciones. Creo mucho en la autogestión. 

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Una de las cosas bellas que tiene la música es la cantidad de músicos que conocés y el intercambio, tanto en lo humano como en lo artístico, que se produce. Uno siempre está aprendiendo del otro. En el camino fueron quedando algunos de ellos y otros se van encontrando. Hoy, si bien tengo mis referentes, no me siento 100% emparentado con alguien de mi entorno. Aunque siempre estoy atento a las distintas propuestas artísticas.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Me gustan muchas  bandas y solistas, pero hoy no me siento identificado 100% por alguna de ellas. 

¿Un disco?
Un gran disco de mi entorno, es el de mi compañera Luciana Jury, La madrugada (2015). Donde tuve la inmensa satisfacción de haber no sólo participado como músico en una canción que hicimos juntos, “Me desprendes del suelo”, sino que estuve en la producción del disco. Placer de placeres.

¿Una canción?
Elegir una canción… es muy difícil. Pero ya que nombré a Luciana, podría optar por una de ella y su padre, Zuhair Jury, “Cuando el amor de aproxima”, del disco Canciones brotadas de mi raíz. Pero si hoy me fuera de viaje para nunca volver, seguramente elegiría alguna del Flaco o “Sucio y desprolijo” del maravilloso Pappo.

¿Una frase?
Frase: “…lo que te hace bien, transformará tu infierno en cielo”.

¿Un espacio?
¿Un espacio? Elijo el querido Patio del sur, en Lomas de Zamora, donde pasé mi infancia y adolescencia, donde nació Cenizas del Alba y donde hoy seguimos ensayando con la banda. Es un lugar de hermosos recuerdos y encuentros.

¿Con quién continúa la serie?
Le paso la posta a Naara Andariega →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "COMO ARBOLITO" (CENIZAS DEL ALBA)

miércoles, 18 de noviembre de 2015

#37 - Empieza a sonar a través de mis manos y explota en la voz

Luciana Jury
Tortuguitas, Buenos Aires.






¿Qué te acercó a la música?
Vengo de una familia de músicos, todos autodidactas. Vale decir que desde la panza de mi madre la música me viene acompañando.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
En reuniones familiares y con amigos de mis padres es donde comienzan mis primeras formas del canto. Luego, a los ocho años comencé con clases de guitarra por un par de años y de adulta experimenté con algunos profes de canto.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
No me propongo nada a la hora de componer, dejo que fluya cuando tomo la guitarra y así van apareciendo nuevas maneras de interpretar o reinterpretar canciones de otros o canciones anónimas (que es lo que he venido interpretando estos últimos años). Puede sucederme, en la evocación, el recuerdo de canciones que me construyeron en mi infancia y me aparecen en la creación, dándoles todo mi tiempo vivido, entonces ese recuerdo se vuelve una nueva canción.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Justamente cuando me sorprendo de lo que ocurre casi como por generación espontánea. Cuando una nostalgia me abarca, tomo la guitarra y puedo traer del pasado un sonido que me acunó. Por lo general son canciones que he venido escuchando toda mi vida, más nunca ejecuté, y cuando la evocación del corazón me trae el recuerdo, del amor que me da, solita empieza a sonar a través de mis manos y explota en la voz. En cuanto a las composiciones propias, si bien no he sido lo suficientemente prolifera, me ocurre que primero aparece la música y las letras suelo parirlas con otro: mi padre, el escritor y músico Zuhair Jury, Carlos Delgado, o Goyo Grasso, mi compañero de vida.

¿De qué hablan tus canciones?
Del milagro de estar vivos, de sentir el amor en sus miles formas. Trato de que el que escuche se conmueva por estas mismas cuestiones por las que yo también me conmuevo.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Nada, que fluyan y sigan su camino libres.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
En 2011, cuando lanzo mi primer disco llamado Canciones brotadas de mi raíz. Mi necesidad de hacer este disco, que me llevó tres años de trabajo, era la de plasmar un documento identitario que reflejara mis influencias más algunas canciones propias.

¿Cómo ves la escena musical?
Este es un momento político inminente, todo está por reformularse y tengo mis intrigas. Lo que puedo decir es que hasta el momento, lo que se ha hecho en materia cultural es descollante. Ojalá continúen con lineamientos similares y que difundan cada vez más artistas nuevos, que los hay y de montones por todo el país.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentada?
Bueno me voy a referir ahora a todos los músicos con los que me he cruzado y hemos hecho algo juntos. Siento que cuando hay emparentamiento es como el amor, nos juntamos porque así lo pide el destino: Maldita huella (2008), disco a dúo con Carlos Moscardini, participación en el disco de Quique Sinesi, Cuchichiando (2010), junto al cantautor Gabo Ferro en 2014, disco dúo con Gabo Ferro.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Yo soy del conurbano bonaerense, toda mi vida viví en Tortuguitas, y siento que más allá de mis vivencias y experiencias particulares, mi música se acerca al criollismo en mi forma de cantar y el repertorio que abordo, pero también a mis influencias del rock, el tango y la cumbia, un combo difícil de comprender y que sólo se termina de digerir en la escucha de mis trabajos.

¿Un disco?
Dos: Canto y guitarra, de Atilio Reynoso; In Rainbows, de Radiohead.

¿Una canción?
“El árbol del olvido”, música de Alberto Ginastera y letra de Fernán Silva Valdés.

¿Una frase?
“Que Dios me libre de las aguas mansas, que de las bravas me encargo yo”, aprendida de mi bisabuela.

¿Un espacio?
Los desiertos de Mendoza.

¿Con quién continúa la serie?
Goyo Grasso, Cenizas del Alba →

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN "CUANDO EL AMOR SE APROXIMA"
Letra: Zuhair Jury / Música: Luciana Jury / Arreglos: Carlos Delgado

miércoles, 11 de noviembre de 2015

#36 - La música de la llanura

Facundo Picone
Chascomús, Buenos Aires.



¿Qué te acercó a la música?
Mi casa fue siempre un lugar de amigos y familiares, la mayoría de ellos cantores y guitarreros, al igual que mi padre. No tuve que acercarme a la música porque tuve la suerte de criarme entre guitarras, cantores y poetas. A los ocho años mi padre me enseñó los primeros acordes, así empecé y nunca más me separé de la guitarra.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Cuando yo era chico no cantaba, solamente tocaba. Hacía algunos gatos, rancheras y milongas que me había enseñado Jorge Canosa, un profesor de Chascomús, con quien estudié unos años y me enseñó a leer música. Mi primera actuación fue a los nueve años en la escuela, para un día de la madre. Me acuerdo que toqué la milonga “La primavera”.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
No. Todos los días agarro la guitarra y siempre estoy haciendo algo, pero no porque me lo proponga como una metodología de trabajo. Lo hago realmente cuando me siento con ganas.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Una noche cualquiera, si es en un rancho o en algún galpón mejor, un vaso de vino, amigos que disfruten de las mismas cosas que disfruto yo, y una guitarra pasando de mano en mano. Si se escapa alguna lágrima, le echás la culpa al fuego y listo.

¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones pretenden enaltecer la figura del gaucho, sus sentimientos y costumbres. Algunas son alegres, otras no tanto, como la vida misma. Hablan de pertenencia al hogar, al pago, del amor a una mujer, a la familia. Pretenden ser un aporte para mantener viva nuestra tradición.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Mis canciones ya emplumaron y volaron del nido, ya tienen vida propia. Yo lo único que espero es que si alguno las toma, ya sea simplemente para escucharlas o algún cantor las quiera interpretar, lo haga con el mismo sentimiento con el que yo las hice. Ya con eso me doy por bien pagado.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Si bien he cantado en dúos, tríos y he formado parte de diferentes conjuntos, yo siempre hice mis cosas como solista cantando y tocando nuestros géneros musicales de la provincia de Buenos Aires. Mi padre siempre lo hizo y tal vez de él heredé este amor por todas estas cosas.

¿Cómo vez la escena musical?
Yo creo que hay mucha gente joven y talentosa que lamentablemente no tiene la difusión que se merece, ya sea en los medios como en los festivales. He oído decir que al irse Atahualpa, por dar un ejemplo, no surgió nadie que ocupe ese lugar. Yo pregunto, ¿no habrá algún Yupanqui dando vueltas por ahí?

¿Con qué músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Yo me siento emparentado con cualquier músico, de cualquier región de nuestro país que al interpretar una canción represente un sentimiento puro y verdadero y que no sea el aplauso su única meta.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Sí, claro, y muy bien definida. Sólo basta escuchar a Atilio Reynoso o a Omar Moreno Palacios. Esa es la música de la llanura.

¿Un disco?
Canciones brotadas de mi raíz, de Luciana Jury.

¿Una canción?
El estilo “A mi morocha”, de José Razzano.

¿Una frase?
“Cuando el padre le da al hijo, ríe el hijo y ríe el padre.
Cuando el hijo le da al padre, llora el padre y llora el hijo”.

¿Un espacio?
Tengo un rancho de barro y paja, “hecho por mí, hecho por mí”, como dice la chacarera. Ese es mi lugar.

¿Con quién continúa la serie?
Ya que la nombré anteriormente, la invito a Luciana Jury →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: “EL VIENTO Y LA FLOR”   

miércoles, 4 de noviembre de 2015

#35 - Viaje a caballo desde Pergamino a Cosquín

Fernando Morales
Pergamino.
   



¿Qué te acercó a la música?
Los inicios fueron de muy chico, en mi casa, en el campo siempre se escuchaba música, sobre todo folklore. Mi madre tocaba el acordeón, era profesora y fue quien me enseñó las primeras corcheas sobre el pentagrama. Pero hubo un desencadenante que me acercó más, que fue haber realizado un viaje a caballo desde Pergamino a Cosquín, en homenaje a Jorge Cafrune, junto al autor y compositor entrerriano Víctor Velázquez, en 1992, con once años. El viaje duró un mes y medio, y todo de a caballo. Después de absorber todo ese tiempo de guitarras que sonaban casi todos los días hasta el amanecer, me dije: “este es mi camino, yo quiero empuñar  una guitarra”.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Inicié con un viejo guitarrero del pueblo, don Ramón Giles, reconocido por ser una guitarra que acompañaba los cantores que llegaban a Pergamino, tanto de tango, folklore como boleros. Hice algunos años con él y después continué ya estudiando por música, y mis primeros logros fueron en los Torneos Juveniles Bonaerenses en 1994, en el rubro Solista Instrumental, llegando a la final en Mar del Plata. Desde ese momento inicié mi pequeño camino de estudio y de prepararme como esponja para absorber de los caminos y de los músicos que admiro, todo lo que el alma necesita para volcarlo después hecho copla y sonido. Así inicia el camino y no he dejado de caminarlo, más lento tal vez en ocasiones, pero sin detener la marcha.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Comienza sin dudas cuando algo me conmueve o me inquieta. Pensando en la metodología, siempre ha nacido primero la letra y luego la música. Y en muchos casos, a pesar de haberme dedicado más a la ejecución instrumental de la guitarra, la letra sale más fácil. En cambio, con la música doy muchas vueltas hasta que me convence y aún tengo muchas letras de las que no ha nacido su música.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
El momento más placentero para mí es cuando estreno una obra, con todo lo que implica un debut y pensando en el mensaje y el recibimiento de la gente. Todo nacimiento de una obra es maravilloso. El momento del nacimiento de una copla. El proceso es como el de un hijo al verlo nacer y acompañar sus primeros pasos. Después, con el tiempo deja de ser tuyo. Ya es del viento y puede volar por sí mismo. Así disfruto de esta etapa que llamaría “camino de la canción”.

¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones hablan fundamentalmente del paisaje, el hombre en sus personajes, del gaucho y el indio. Soy muy sensible al paisaje, de hecho soy nacido en el corazón de la pampa, pero me atrae la piedra, los ríos de aguas cristalinas, y encontré en Córdoba todo eso que necesito para encontrar mi serenidad y gestar canciones. Además, lo social cumple un rol fundamental, el trabajo, la explotación, las cuestiones ambientales y el conservacionismo. Los personajes de pueblos y parajes que encuentro durante los viajes, en el campo, metidos en el monte o viviendo frente a una plaza, llenan mis alforjas de pensamiento.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Espero escucharlas alguna vez en lugares insólitos. Que la silbe algún peón de estancia sin ni siquiera saber de quién es. Que vuelen libre, que sea la compañía en momentos de soledad, que la canción asuma el compromiso que vino a brindar, sincera y sentenciosa en algunos casos. Espero que mis canciones acerquen a quien escucha a los paisajes, transportar a ese lugar entrando a la obra, formando parte de ella.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Siempre fui solista. Si bien he conformado grupos o dúos u otras formaciones, siempre he caminado mucho más solo con mi guitarra. Creo que la razón un poco viene por haber escuchado a muchos referentes solistas, el mensaje y una guitarra. Me gusta la sensación de sentarse solo y saber que absortamente todo depende de uno mismo. Siempre me llevé bien con la soledad, me acompaña, pero el mejor momento es cuando se comparte, para eso es la música.

¿Cómo ves la escena musical?
Veo una gran producción de canciones, poemas, músicas. Estamos rodeados de grandes músicos compositores y autores muy jóvenes que vienen dejando una obra maravillosa. Y ojalá esa producción sea respaldada por quienes mucho tienen que ver en cuanto a que las canciones lleguen a todos los rincones; los medios de comunicación. Hermosa escena musical viva en nuestro querido país.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
A lo largo del camino me he encontrado con músicos que admiro y he admirado antes de conocernos o haber fertilizado la amistad. Por mencionar algunos, José Luis Aguirre, Mario Díaz, Facundo Cámpora, Sabrina Vera, Facundo Picone, Sandro Rodríguez, Mariano Medina y tantos más. Lo más hermoso, que siempre te encontrás con pedazos de poetas, en cualquier juntada de patio.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Sí, por supuesto. Soy nacido en plena pampa bonaerense, criado entre espacios donde sonaban milongas, estilos, rancheras y recitados. Luego el viento me trajo a Córdoba y sus sierras. En estos lugares he recorrido mucho el norte cordobés y allí absorbí ese folklore cordobés, criollo, bien de campo y monte, esas chacareras cortaditas con rasguido golpeadito, como Carlos Di Fulvio. En ese andar, conocí la historia de Indio Pachi, músico criollo de Cerro Colorado, que ya nos dejó en el 87, pero con una hermosa obra y el estilo inigualable del toque de un criollo.

¿Un disco?
Recuerdos que lleva el río, del Zurdo Martínez.

¿Una canción?
“Campo a fuera”, de Carlos Di Fulvio.

¿Una frase?
“Para el que mira sin ver, la tierra es tierra no más”, Atahualpa Yupanqui.

¿Un espacio?
A caballo, sobre mi recado.

¿Con quién continúa la serie?
Facundo Picone →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "ORACIÓN A PÉREZ CARDOSO", DE ATAHUALPA YUPANQUI, POR FERNANDO MORALES. 

miércoles, 28 de octubre de 2015

#34 - La música tiene el poder de transformar las cosas en este mundo

Facundo Cámpora
Cañada Verde, Córdoba.



¿Qué te acercó a la música?
Desde la niñez escuché música, por inclinación de mi familia. Mi abuelo paterno dirigía la Banda Municipal de mi pueblo y pasé a formar parte; también era profesor de guitarra, con quien llegué a estudiar. Mi padre, cantor, guitarrero, compositor y con grupos folklóricos. Mi madre, cantora de entre casa. También se daba la frecuente visita de gente del folklore de diferentes provincias, muchos reconocidos. Se escuchaban casetes y discos también, todo muy variado en cuanto a géneros. La música estuvo desde la niñez.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones? 
El bombo, a los tres o cuatro años, por ahí nomás aprendí a cantar la milonga “Los ejes de mi carreta” y mi viejo me acompañaba con la guitarra...  Luego el charango, siempre inquieto con probar sonidos, algo de quena... Lo que apareciera. Hasta que me decidí por la guitarra, a los catorce años. Con mi hermana cantábamos a dos voces las canciones que escuchábamos de los grandes y se sumaban primos y amigos.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
La necesidad de expresarme me llevó a buscar y probar maneras, explorando, intentando... Con el tiempo se van puliendo y vas sabiendo cada vez más lo que querés decir. Suelo tener épocas o ciclos, me pongo con una melodía que aparece o algún golpe de emoción hasta darle forma. También viajar es y sigue siendo un estímulo enorme para crear. Cada uno se va encontrando en este camino de expresarse y cada tema te va encontrando también. Algunos llevan años y otros salen en diez minutos...

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical? 
Para mí son pasos todos importantes y disfrutables si se está atento. Desde la intención o el impulso hasta la conclusión. Y de ahí en adelante con lo que pueda pasar con un tema, porque una vez que lo compartís ya tiene su propia vida, más allá de nosotros, y la satisfacción sigue. 

¿De qué hablan tus canciones?
Hablan de mis sentimientos y opiniones sobre cosas de la vida, de la Tierra, la naturaleza, de gente... Me gusta rendir homenaje a momentos o personas que me han enseñado algo. Procuro ser fiel a mí mismo, que me guste lo que hago, que me emocione, me transforme.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Que sirvan para algo. Así como me han tocado y me tocan el corazón temas o canciones de gente que escucho y digo “eso”, que me da paz, alegría o fuerza, que me dice vamos que vale la pena o me deja en un mundo de cavilaciones más allá de la razón. Si mis canciones sirven así o parecido estoy realizado en ese sentido.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué? 
Creo que siempre ha estado presente el camino solista, de expresarme así, de encontrarme con la guitarra y la voz. Y siempre están presentes infinidad de combinaciones para compartir.  A propósito de “no tan solistas”, este año grabamos un disco homenaje para mi pueblo natal (Cañada Verde o Villa Huidobro) con un montón de invitados, cerca de sesenta, algo muy lindo.

¿Cómo ves la escena musical?
Siento que las músicas, junto a muchas artes, son llaves para abrir los corazones. Tenemos una enorme herencia que nos antecede y está en nuestras manos cuidarla; un presente que nos abraza y se proyecta hacia un futuro muy prometedor… ¡Sí! La música tiene el poder de transformar las cosas en este mundo. ¡Así que a tocar y cantar hermano!

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Uh, afortunadamente tengo tantos hermanos... Como dice el poeta. Te puedo citar a Lucas González, Sandro Rodríguez, José Luís Aguirre, Carlos Bordón, Julieta Valverdi, Enzo Nicola, Elías Domínguez, Pablo Jaurena, Martín Castro, Sabrina Vera, Mario Díaz, Fernando Morales, entre mucha gente más con la que crezco en cada encuentro o escuchando sus cosas. Siento destacar de manera especial a Hilda Herrera como referente en la composición, interpretación y la docencia.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
¡Sí! Y en este sentido he dedicado años a investigar a los que nos precedieron y sus aportes. En la medida que averiguás y buscás las raíces, te vas dando cuenta de la riqueza impresionante que tenemos en muchísimos lugares de la provincia y en cada lugar del país. Por ejemplo, junto a Pablo Jaurena, músico bandoneonista y amigo, hicimos un trabajo de estudio y rescate de la obra de Cristino Tapia (1891- 1972) compositor cordobés, tarea de dos años que nos acercó a un acervo muy enraizado y auténtico, y que te hace tomar conciencia de las grandes obras que nos preceden y que a veces no tienen el reconocimiento que merecen.

¿Un disco?
Señales luminosas, de Hilda Herrera.

¿Una canción?
“El cosechero”, de Ramón Ayala.

¿Una frase?
“Quien canta reza dos veces”.

¿Un espacio?
El corazón.

¿Con quién continúa la serie?
Con el amigo Fernando Morales →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "MI CORAZÓN AL LATIR"

mi corazon al latir from Facundo Cámpora on Myspace.

lunes, 19 de octubre de 2015

#33 - Soy Diaguita Calchaquí, esa es mi voz en este mundo

Sandro Martín Rodríguez Kunturi
Diaguita Calchaquí, del valle de Cafayate, Salta.



Mi nombre es Sandro Martín Rodríguez Kunturi, mi origen es Diaguita Calchaquí. Mi familia es del valle de Cafayate en Salta. Actualmente vivo en Córdoba, donde trabajo entre otras cosas con Interculturalidad y Salud.  En la lucha de los Pueblos Originarios.

¿Qué te acercó a la música?
En casa de mis padres siempre hubo música, de todo tipo, aunque abundaba lo más popular. Me crié en una villa de Salta y mi viejo tenía el único tocadiscos del lugar, así que en su carpintería se armaban los cumpleaños y las fiestas de fin de año. Él y mi madre cantaban muy bien, además mi  abuela materna era coplera.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Comencé a tocar la guitarra en el barrio, era el más chico del grupo, la mayoría veníamos de familias del interior, con el canto de coplas y las carpas en la herencia familiar. En aquella infancia era muy común jugar y luego parar debajo de un árbol donde comúnmente circulaba una guitarra o una quena. Siempre había alguien dispuesto a enseñarte algo. Prácticamente aprendíamos a tocar haciendo canciones propias, era natural, nos conocíamos muy bien así que no había problemas en mostrarnos tal cual éramos.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Ha pasado de muchas formas pero hoy creo tener cierta madurez en esto. Primero hay una intención, un para qué o para quién, luego es buscar “la idea”, que es lo más importante para mí. Cuando está la idea, hay que dejarla crecer (musical o literaria, una tiene a la otra), leer, investigar, pensar en eso todo el día como una bella obsesión, todo puede relacionarse con la idea, porque de hecho, en mi cultura todo está relacionado, es forzar y es fluir.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Todo. Cuando está la idea, siento que encontré un tesoro. Cuando puedo conectar las partes, es mágico. Siempre pienso que voy a hacer la mejor de todas mis canciones y así me comprometo… Aunque por ahí no salga así.

¿De qué hablan tus canciones?
De mí, de la familia, de gente que amo y que lucha. De todo lo que viene conmigo desde los comienzos de los tiempos y sigue en los hijos atravesando el tiempo y el espacio. Soy Diaguita Calchaquí, esa es mi voz en este mundo.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Que viajen y vuelvan con otros colores.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Siempre hice música en grupo, me parece la mejor forma, como cuando jugábamos de niños.
Estoy retomando mi músico, paré un buen tiempo para desarrollar otras áreas de mis búsquedas, concretar otros estudios y la familia. Solista es en este momento como estoy volviendo  al juego.

¿Cómo ves la escena musical?
Muy interesante, escucho mucha música, de todo, aunque siempre miro a los nuevos autores y compositores, disfruto mucho de ellos y me mantienen encendido.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Me gusta y estoy siempre siguiendo las producciones de Ramiro Gonzáles, Facundo Cámpora, Ana Robles, Elizabeth Morris (Chile), Mario Díaz, Lucas Heredia, Jorge Fandermole, José Aguirre… Por suerte hay muchos.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
No pude advertir aún eso en Córdoba, tan citadina y diversa, que mira mucho a otros lados. Eso es bueno también, pero musicalmente me identifico con el interior más interior, caso Tucumán, la Rioja, Jujuy… Con la pequeña aldea que se mira más para adentro.

¿Un disco?
De mi entorno, el disco Canción Cordillerana, del Dúo Capayán. Es bello de principio a fin, me sorprendió la alta literatura y música, es un disco con tan buenas nuevas canciones que ya son clásicas. Para mí fue un estímulo.                                                

¿Una canción?
De los nuevos cantautores hay muchísimos temas que se me vienen a la memoria, pero voy a citar “Collage de Río”, de Sebastián Ibarra, del disco homónimo.

¿Una frase?
“Un mundo donde quepan muchos mundos”. Una de las consignas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La Diversidad es la riqueza del Planeta.

¿Un espacio?
Los cerros de mi infancia en Salta. En Córdoba, cualquiera, con mis hijas.

¿Con quién continúa esta serie?
Con el amigo Facundo Cámpora →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "LOS TRES RÍOS"

miércoles, 14 de octubre de 2015

#32 - Que una canción puede sanar, modificar una realidad, crear identidad, reunirnos…


Giulia Gaia Delfini (De a pie)
Córdoba




¿Qué te acercó a la música?
Creo que el canto brotó en mí como algo casi instintivo que traía conmigo y que me acompañó siempre naturalmente. Sin embargo, podría no haber sido mi elección la de hacer música, cantar y decir; en este camino tuvo mucho que ver una familia llena de cantores y artistas plásticos, ellos hicieron del arte un lenguaje común para mí. Mi padre es caricaturista pero ama profundamente el canto, mi madre tiene la dicha de una voz bella, grave y profunda, creo que estas son las primeras influencias que me atravesaron. Mucho después vinieron grandes músicos a llenar estas ganas de sentidos, ahí entra Mercedes Sosa mediante un casete que escuchábamos mucho en mi casa, más tarde Spinetta, Violeta Parra, Silvio Rodríguez, Atahualpa y un caudal inmenso de músicos, libros y realidades que te invitan a cantar y a expresarte por la necesidad de participar en la realidad desde el sonido y la palabra.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Como mencionaba antes, el canto me acompaña desde que tengo memoria, no sé cuándo empecé a cantar, si sé cuándo lo empecé a hacer a conciencia. Esto fue en mis primeras presentaciones de niña, cantando a capela para los amigos de mis papás, en reuniones de guitarras y asado. Después fueron las formales audiciones del colegio de música al que asistía, donde paradójicamente me desconecté bastante con la música, y mi definitivo encuentro es el que transito hace unos años, hoy se llama De a pie.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Creo que el proceso creativo siempre es distinto, por lo menos en mi caso. En un principio las canciones salían desde vivencias que me marcaban y realidades que me inquietaban, entonces partía desde la palabra y luego venía el juego de sonar y buscar con mi compañero Tabaré en su guitarra. Ahí, con suerte salía una melodía y entonces comenzaba a nacer una canción. Hoy en día, a veces surgen de esta forma, a veces de jugar con las palabras, a veces de una idea y otras de una melodía. Con Tabaré y De a pie (nuestra banda) componemos actualmente juntos, esa creo es otra forma de componer.  

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
El más ajeno a los prejuicios, la parte lúdica donde la canción todavía no se considera canción y por ende está libre de solemnidades. Otro momento interesante y donde yo creo que también se va macerando la canción, es en la exposición al otro, hay un aura que rodea a cada canción y el otro es un espejo que nos da claridad o confusión sobre lo que hacemos y te hace preguntarte que querés generar con cada canción, si conformidad, incomodidad o transformación.

¿De qué hablan tus canciones?
Desde problemáticas sociales hasta hechos muy personales que me atraviesan o simplemente ideas que deseo plasmar, pero siempre desde una búsqueda que intenta no caer en patrones colonizantes.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Que le sirvan a alguien, que me trasciendan si son necesarias o que simplemente habiten el instante. 

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Bueno, en realidad muy poco tiempo caminé sola la música, el canto necesita de otras vibraciones para sonar y estos últimos tres años sonamos con Tabaré como dúo. Con él creamos De a pie, donde hoy somos cinco los que caminamos (Yo, Tabaré Ríos, Otho Vidal, Juancho Croce y Natalia Terán).

¿Cómo ves la escena musical?
Fértil, cada vez somos más los que nos animamos y las posibilidades de hacer música son cada vez más accesibles. A su vez, estas posibilidades nos permiten elegir con mayor libertad qué hacer y cómo. Sin embargo creo que se debe seguir profundizando a nivel cultural y desde las políticas de Estado para poder ver la música desde otro lugar y que una persona que dio su vida por la música, la belleza, la palabra y por el otro, pueda tener una vejez tranquila y cuidada, no arriba de los colectivos o en las calles canjeando la risa y la música por unas monedas.   

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentada?
Con los que están más allá de las discográficas, apostando y creyendo en el potencial transformador de la canción, con los que entienden que una canción puede sanar, modificar una realidad, crear identidad, reunirnos y armonizar. Bajo este concepto me siento emparentada con músicos de lo más diversos. Principalmente, con quienes tienen un respeto por nuestra música de raíz y nuestra identidad Latinoamérica.  

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Circulando espacios culturales y peñas me encontré con artistas enormes, con búsquedas nada superficiales, letras profundas, arraigados a su paisaje y con estéticas que desmontan muchas mentiras. Ésta es una identidad con la que me siento profundamente identificada. Sin embargo, Córdoba tiene una multiplicidad de identidades tan diversas como ricas y todas hacen en algún punto a la propia.

¿Un disco?
Pájaro Rojo, de Paola Bernal.

¿Una canción?
“Los tres ríos”, Sandro Rodríguez.

¿Una frase?
“Allí donde otros exponen su obra, yo sólo pretendo mostrar mi espíritu”, Antonin Artaud

¿Un espacio?
La casa del viento.

¿Con quién continúa esta serie?
Lo invito a Sandro Rodríguez 

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN:  "LA NÁUSEA"