miércoles, 25 de noviembre de 2015

#38 - Caminos de luces y sombras

Goyo Grasso (Cenizas del Alba)
Lomas de Zamora, Buenos Aires.



¿Qué te acercó a la música?
La música siempre estuvo presente, desde mi infancia. Si bien comencé a tocar la guitarra en la adolescencia, mi padre es músico y siempre en casa había música sonando de fondo. Tengo bellos recuerdos también de mi mamá, haciendo las cosas de la casa y tarareando o cantando alguna canción.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Cuando nací mis padrinos me regalaron una guitarra criolla que estuvo guardada en un ropero hasta mis dieciocho años. A esa edad tomé la guitarra y nunca más pude dejarla. En ese mismo año mi hermano Wally comienza a tocar la batería, y casi como un juego, arrancamos tocando algunas canciones del Flaco Spinetta.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Por lo general, en mis composiciones aparece primero la melodía de la canción y de ahí me sugiere una temática. 

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Son varios los momentos placenteros, desde cuando me siento a armar la canción y nace, hasta cuando me junto con la banda a armar los arreglos  musicales y vocales. 

¿De qué hablan tus canciones?
Las canciones van desde el amor y el desamor, el dolor y la felicidad, la verdad y la mentira, los distintos senderos de la vida con sus errores y virtudes, de saber disfrutar el hoy, aquí y ahora. En fin… caminos de luces y sombras.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
No sé qué espero que pase con mis canciones; lo que sé, es que tengo una necesidad de crear y decir con canciones lo que llevo dentro. Y eso me hace muy bien. Es mi cable a tierra.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Soy el compositor de las canciones, pero el proyecto lleva el nombre de Cenizas del Alba. Hace ya dieciocho años que estamos juntos, con sus variantes y sus cambios musicales, pero siempre tirando parejo con mucho amor y respeto por lo que hacemos.

¿Cómo ves la escena musical?
En escena musical encontrás de todo un poco, pero me siento muy cómodo y disfruto mucho junto con los chicos de la banda el ser independientes. Decidir cuándo y cómo hacer un disco, cómo mover la prensa y los shows de las presentaciones. Creo mucho en la autogestión. 

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Una de las cosas bellas que tiene la música es la cantidad de músicos que conocés y el intercambio, tanto en lo humano como en lo artístico, que se produce. Uno siempre está aprendiendo del otro. En el camino fueron quedando algunos de ellos y otros se van encontrando. Hoy, si bien tengo mis referentes, no me siento 100% emparentado con alguien de mi entorno. Aunque siempre estoy atento a las distintas propuestas artísticas.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Me gustan muchas  bandas y solistas, pero hoy no me siento identificado 100% por alguna de ellas. 

¿Un disco?
Un gran disco de mi entorno, es el de mi compañera Luciana Jury, La madrugada (2015). Donde tuve la inmensa satisfacción de haber no sólo participado como músico en una canción que hicimos juntos, “Me desprendes del suelo”, sino que estuve en la producción del disco. Placer de placeres.

¿Una canción?
Elegir una canción… es muy difícil. Pero ya que nombré a Luciana, podría optar por una de ella y su padre, Zuhair Jury, “Cuando el amor de aproxima”, del disco Canciones brotadas de mi raíz. Pero si hoy me fuera de viaje para nunca volver, seguramente elegiría alguna del Flaco o “Sucio y desprolijo” del maravilloso Pappo.

¿Una frase?
Frase: “…lo que te hace bien, transformará tu infierno en cielo”.

¿Un espacio?
¿Un espacio? Elijo el querido Patio del sur, en Lomas de Zamora, donde pasé mi infancia y adolescencia, donde nació Cenizas del Alba y donde hoy seguimos ensayando con la banda. Es un lugar de hermosos recuerdos y encuentros.

¿Con quién continúa la serie?
Le paso la posta a Naara Andariega →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "COMO ARBOLITO" (CENIZAS DEL ALBA)

miércoles, 18 de noviembre de 2015

#37 - Empieza a sonar a través de mis manos y explota en la voz

Luciana Jury
Tortuguitas, Buenos Aires.






¿Qué te acercó a la música?
Vengo de una familia de músicos, todos autodidactas. Vale decir que desde la panza de mi madre la música me viene acompañando.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
En reuniones familiares y con amigos de mis padres es donde comienzan mis primeras formas del canto. Luego, a los ocho años comencé con clases de guitarra por un par de años y de adulta experimenté con algunos profes de canto.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
No me propongo nada a la hora de componer, dejo que fluya cuando tomo la guitarra y así van apareciendo nuevas maneras de interpretar o reinterpretar canciones de otros o canciones anónimas (que es lo que he venido interpretando estos últimos años). Puede sucederme, en la evocación, el recuerdo de canciones que me construyeron en mi infancia y me aparecen en la creación, dándoles todo mi tiempo vivido, entonces ese recuerdo se vuelve una nueva canción.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Justamente cuando me sorprendo de lo que ocurre casi como por generación espontánea. Cuando una nostalgia me abarca, tomo la guitarra y puedo traer del pasado un sonido que me acunó. Por lo general son canciones que he venido escuchando toda mi vida, más nunca ejecuté, y cuando la evocación del corazón me trae el recuerdo, del amor que me da, solita empieza a sonar a través de mis manos y explota en la voz. En cuanto a las composiciones propias, si bien no he sido lo suficientemente prolifera, me ocurre que primero aparece la música y las letras suelo parirlas con otro: mi padre, el escritor y músico Zuhair Jury, Carlos Delgado, o Goyo Grasso, mi compañero de vida.

¿De qué hablan tus canciones?
Del milagro de estar vivos, de sentir el amor en sus miles formas. Trato de que el que escuche se conmueva por estas mismas cuestiones por las que yo también me conmuevo.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Nada, que fluyan y sigan su camino libres.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
En 2011, cuando lanzo mi primer disco llamado Canciones brotadas de mi raíz. Mi necesidad de hacer este disco, que me llevó tres años de trabajo, era la de plasmar un documento identitario que reflejara mis influencias más algunas canciones propias.

¿Cómo ves la escena musical?
Este es un momento político inminente, todo está por reformularse y tengo mis intrigas. Lo que puedo decir es que hasta el momento, lo que se ha hecho en materia cultural es descollante. Ojalá continúen con lineamientos similares y que difundan cada vez más artistas nuevos, que los hay y de montones por todo el país.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentada?
Bueno me voy a referir ahora a todos los músicos con los que me he cruzado y hemos hecho algo juntos. Siento que cuando hay emparentamiento es como el amor, nos juntamos porque así lo pide el destino: Maldita huella (2008), disco a dúo con Carlos Moscardini, participación en el disco de Quique Sinesi, Cuchichiando (2010), junto al cantautor Gabo Ferro en 2014, disco dúo con Gabo Ferro.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Yo soy del conurbano bonaerense, toda mi vida viví en Tortuguitas, y siento que más allá de mis vivencias y experiencias particulares, mi música se acerca al criollismo en mi forma de cantar y el repertorio que abordo, pero también a mis influencias del rock, el tango y la cumbia, un combo difícil de comprender y que sólo se termina de digerir en la escucha de mis trabajos.

¿Un disco?
Dos: Canto y guitarra, de Atilio Reynoso; In Rainbows, de Radiohead.

¿Una canción?
“El árbol del olvido”, música de Alberto Ginastera y letra de Fernán Silva Valdés.

¿Una frase?
“Que Dios me libre de las aguas mansas, que de las bravas me encargo yo”, aprendida de mi bisabuela.

¿Un espacio?
Los desiertos de Mendoza.

¿Con quién continúa la serie?
Goyo Grasso, Cenizas del Alba →

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN "CUANDO EL AMOR SE APROXIMA"
Letra: Zuhair Jury / Música: Luciana Jury / Arreglos: Carlos Delgado

miércoles, 11 de noviembre de 2015

#36 - La música de la llanura

Facundo Picone
Chascomús, Buenos Aires.



¿Qué te acercó a la música?
Mi casa fue siempre un lugar de amigos y familiares, la mayoría de ellos cantores y guitarreros, al igual que mi padre. No tuve que acercarme a la música porque tuve la suerte de criarme entre guitarras, cantores y poetas. A los ocho años mi padre me enseñó los primeros acordes, así empecé y nunca más me separé de la guitarra.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Cuando yo era chico no cantaba, solamente tocaba. Hacía algunos gatos, rancheras y milongas que me había enseñado Jorge Canosa, un profesor de Chascomús, con quien estudié unos años y me enseñó a leer música. Mi primera actuación fue a los nueve años en la escuela, para un día de la madre. Me acuerdo que toqué la milonga “La primavera”.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
No. Todos los días agarro la guitarra y siempre estoy haciendo algo, pero no porque me lo proponga como una metodología de trabajo. Lo hago realmente cuando me siento con ganas.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Una noche cualquiera, si es en un rancho o en algún galpón mejor, un vaso de vino, amigos que disfruten de las mismas cosas que disfruto yo, y una guitarra pasando de mano en mano. Si se escapa alguna lágrima, le echás la culpa al fuego y listo.

¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones pretenden enaltecer la figura del gaucho, sus sentimientos y costumbres. Algunas son alegres, otras no tanto, como la vida misma. Hablan de pertenencia al hogar, al pago, del amor a una mujer, a la familia. Pretenden ser un aporte para mantener viva nuestra tradición.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Mis canciones ya emplumaron y volaron del nido, ya tienen vida propia. Yo lo único que espero es que si alguno las toma, ya sea simplemente para escucharlas o algún cantor las quiera interpretar, lo haga con el mismo sentimiento con el que yo las hice. Ya con eso me doy por bien pagado.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Si bien he cantado en dúos, tríos y he formado parte de diferentes conjuntos, yo siempre hice mis cosas como solista cantando y tocando nuestros géneros musicales de la provincia de Buenos Aires. Mi padre siempre lo hizo y tal vez de él heredé este amor por todas estas cosas.

¿Cómo vez la escena musical?
Yo creo que hay mucha gente joven y talentosa que lamentablemente no tiene la difusión que se merece, ya sea en los medios como en los festivales. He oído decir que al irse Atahualpa, por dar un ejemplo, no surgió nadie que ocupe ese lugar. Yo pregunto, ¿no habrá algún Yupanqui dando vueltas por ahí?

¿Con qué músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Yo me siento emparentado con cualquier músico, de cualquier región de nuestro país que al interpretar una canción represente un sentimiento puro y verdadero y que no sea el aplauso su única meta.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Sí, claro, y muy bien definida. Sólo basta escuchar a Atilio Reynoso o a Omar Moreno Palacios. Esa es la música de la llanura.

¿Un disco?
Canciones brotadas de mi raíz, de Luciana Jury.

¿Una canción?
El estilo “A mi morocha”, de José Razzano.

¿Una frase?
“Cuando el padre le da al hijo, ríe el hijo y ríe el padre.
Cuando el hijo le da al padre, llora el padre y llora el hijo”.

¿Un espacio?
Tengo un rancho de barro y paja, “hecho por mí, hecho por mí”, como dice la chacarera. Ese es mi lugar.

¿Con quién continúa la serie?
Ya que la nombré anteriormente, la invito a Luciana Jury →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: “EL VIENTO Y LA FLOR”   

miércoles, 4 de noviembre de 2015

#35 - Viaje a caballo desde Pergamino a Cosquín

Fernando Morales
Pergamino.
   



¿Qué te acercó a la música?
Los inicios fueron de muy chico, en mi casa, en el campo siempre se escuchaba música, sobre todo folklore. Mi madre tocaba el acordeón, era profesora y fue quien me enseñó las primeras corcheas sobre el pentagrama. Pero hubo un desencadenante que me acercó más, que fue haber realizado un viaje a caballo desde Pergamino a Cosquín, en homenaje a Jorge Cafrune, junto al autor y compositor entrerriano Víctor Velázquez, en 1992, con once años. El viaje duró un mes y medio, y todo de a caballo. Después de absorber todo ese tiempo de guitarras que sonaban casi todos los días hasta el amanecer, me dije: “este es mi camino, yo quiero empuñar  una guitarra”.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Inicié con un viejo guitarrero del pueblo, don Ramón Giles, reconocido por ser una guitarra que acompañaba los cantores que llegaban a Pergamino, tanto de tango, folklore como boleros. Hice algunos años con él y después continué ya estudiando por música, y mis primeros logros fueron en los Torneos Juveniles Bonaerenses en 1994, en el rubro Solista Instrumental, llegando a la final en Mar del Plata. Desde ese momento inicié mi pequeño camino de estudio y de prepararme como esponja para absorber de los caminos y de los músicos que admiro, todo lo que el alma necesita para volcarlo después hecho copla y sonido. Así inicia el camino y no he dejado de caminarlo, más lento tal vez en ocasiones, pero sin detener la marcha.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Comienza sin dudas cuando algo me conmueve o me inquieta. Pensando en la metodología, siempre ha nacido primero la letra y luego la música. Y en muchos casos, a pesar de haberme dedicado más a la ejecución instrumental de la guitarra, la letra sale más fácil. En cambio, con la música doy muchas vueltas hasta que me convence y aún tengo muchas letras de las que no ha nacido su música.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
El momento más placentero para mí es cuando estreno una obra, con todo lo que implica un debut y pensando en el mensaje y el recibimiento de la gente. Todo nacimiento de una obra es maravilloso. El momento del nacimiento de una copla. El proceso es como el de un hijo al verlo nacer y acompañar sus primeros pasos. Después, con el tiempo deja de ser tuyo. Ya es del viento y puede volar por sí mismo. Así disfruto de esta etapa que llamaría “camino de la canción”.

¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones hablan fundamentalmente del paisaje, el hombre en sus personajes, del gaucho y el indio. Soy muy sensible al paisaje, de hecho soy nacido en el corazón de la pampa, pero me atrae la piedra, los ríos de aguas cristalinas, y encontré en Córdoba todo eso que necesito para encontrar mi serenidad y gestar canciones. Además, lo social cumple un rol fundamental, el trabajo, la explotación, las cuestiones ambientales y el conservacionismo. Los personajes de pueblos y parajes que encuentro durante los viajes, en el campo, metidos en el monte o viviendo frente a una plaza, llenan mis alforjas de pensamiento.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Espero escucharlas alguna vez en lugares insólitos. Que la silbe algún peón de estancia sin ni siquiera saber de quién es. Que vuelen libre, que sea la compañía en momentos de soledad, que la canción asuma el compromiso que vino a brindar, sincera y sentenciosa en algunos casos. Espero que mis canciones acerquen a quien escucha a los paisajes, transportar a ese lugar entrando a la obra, formando parte de ella.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Siempre fui solista. Si bien he conformado grupos o dúos u otras formaciones, siempre he caminado mucho más solo con mi guitarra. Creo que la razón un poco viene por haber escuchado a muchos referentes solistas, el mensaje y una guitarra. Me gusta la sensación de sentarse solo y saber que absortamente todo depende de uno mismo. Siempre me llevé bien con la soledad, me acompaña, pero el mejor momento es cuando se comparte, para eso es la música.

¿Cómo ves la escena musical?
Veo una gran producción de canciones, poemas, músicas. Estamos rodeados de grandes músicos compositores y autores muy jóvenes que vienen dejando una obra maravillosa. Y ojalá esa producción sea respaldada por quienes mucho tienen que ver en cuanto a que las canciones lleguen a todos los rincones; los medios de comunicación. Hermosa escena musical viva en nuestro querido país.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
A lo largo del camino me he encontrado con músicos que admiro y he admirado antes de conocernos o haber fertilizado la amistad. Por mencionar algunos, José Luis Aguirre, Mario Díaz, Facundo Cámpora, Sabrina Vera, Facundo Picone, Sandro Rodríguez, Mariano Medina y tantos más. Lo más hermoso, que siempre te encontrás con pedazos de poetas, en cualquier juntada de patio.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Sí, por supuesto. Soy nacido en plena pampa bonaerense, criado entre espacios donde sonaban milongas, estilos, rancheras y recitados. Luego el viento me trajo a Córdoba y sus sierras. En estos lugares he recorrido mucho el norte cordobés y allí absorbí ese folklore cordobés, criollo, bien de campo y monte, esas chacareras cortaditas con rasguido golpeadito, como Carlos Di Fulvio. En ese andar, conocí la historia de Indio Pachi, músico criollo de Cerro Colorado, que ya nos dejó en el 87, pero con una hermosa obra y el estilo inigualable del toque de un criollo.

¿Un disco?
Recuerdos que lleva el río, del Zurdo Martínez.

¿Una canción?
“Campo a fuera”, de Carlos Di Fulvio.

¿Una frase?
“Para el que mira sin ver, la tierra es tierra no más”, Atahualpa Yupanqui.

¿Un espacio?
A caballo, sobre mi recado.

¿Con quién continúa la serie?
Facundo Picone →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "ORACIÓN A PÉREZ CARDOSO", DE ATAHUALPA YUPANQUI, POR FERNANDO MORALES.