Fernando Morales
Pergamino.
¿Qué te acercó a la música?
Los inicios fueron de muy chico, en mi casa, en el campo siempre se
escuchaba música, sobre todo folklore. Mi madre tocaba el acordeón, era
profesora y fue quien me enseñó las primeras corcheas sobre el pentagrama. Pero
hubo un desencadenante que me acercó más, que fue haber realizado un viaje a
caballo desde Pergamino a Cosquín, en homenaje a Jorge Cafrune, junto al autor
y compositor entrerriano Víctor Velázquez, en 1992, con once años. El viaje
duró un mes y medio, y todo de a caballo. Después de absorber todo ese tiempo
de guitarras que sonaban casi todos los días hasta el amanecer, me dije: “este
es mi camino, yo quiero empuñar una
guitarra”.
¿Cuáles fueron tus primeras
incursiones?
Inicié con un viejo guitarrero del pueblo, don Ramón Giles, reconocido
por ser una guitarra que acompañaba los cantores que llegaban a Pergamino,
tanto de tango, folklore como boleros. Hice algunos años con él y después
continué ya estudiando por música, y mis primeros logros fueron en los Torneos
Juveniles Bonaerenses en 1994, en el rubro Solista Instrumental, llegando a la
final en Mar del Plata. Desde ese momento inicié mi pequeño camino de estudio y
de prepararme como esponja para absorber de los caminos y de los músicos que
admiro, todo lo que el alma necesita para volcarlo después hecho copla y
sonido. Así inicia el camino y no he dejado de caminarlo, más lento tal vez en
ocasiones, pero sin detener la marcha.
¿Tenés una metodología de
composición y trabajo?
Comienza sin dudas cuando algo me conmueve o me inquieta. Pensando en
la metodología, siempre ha nacido primero la letra y luego la música. Y en muchos
casos, a pesar de haberme dedicado más a la ejecución instrumental de la
guitarra, la letra sale más fácil. En cambio, con la música doy muchas vueltas
hasta que me convence y aún tengo muchas letras de las que no ha nacido su
música.
¿Cuál es el momento más
placentero del proceso musical?
El momento más placentero para mí es cuando estreno una obra, con todo
lo que implica un debut y pensando en el mensaje y el recibimiento de la gente.
Todo nacimiento de una obra es maravilloso. El momento del nacimiento de una
copla. El proceso es como el de un hijo al verlo nacer y acompañar sus primeros
pasos. Después, con el tiempo deja de ser tuyo. Ya es del viento y puede volar por
sí mismo. Así disfruto de esta etapa que llamaría “camino de la canción”.
¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones hablan fundamentalmente del paisaje, el hombre en sus
personajes, del gaucho y el indio. Soy muy sensible al paisaje, de hecho soy
nacido en el corazón de la pampa, pero me atrae la piedra, los ríos de aguas
cristalinas, y encontré en Córdoba todo eso que necesito para encontrar mi
serenidad y gestar canciones. Además, lo social cumple un rol fundamental, el
trabajo, la explotación, las cuestiones ambientales y el conservacionismo. Los
personajes de pueblos y parajes que encuentro durante los viajes, en el campo,
metidos en el monte o viviendo frente a una plaza, llenan mis alforjas de
pensamiento.
¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Espero escucharlas alguna vez en lugares insólitos. Que la silbe algún peón
de estancia sin ni siquiera saber de quién es. Que vuelen libre, que sea la
compañía en momentos de soledad, que la canción asuma el compromiso que vino a
brindar, sincera y sentenciosa en algunos casos. Espero que mis canciones
acerquen a quien escucha a los paisajes, transportar a ese lugar entrando a la
obra, formando parte de ella.
¿Cuándo empezaste tu camino
solista y por qué?
Siempre fui solista. Si bien he conformado grupos o dúos u otras formaciones,
siempre he caminado mucho más solo con mi guitarra. Creo que la razón un poco
viene por haber escuchado a muchos referentes solistas, el mensaje y una
guitarra. Me gusta la sensación de sentarse solo y saber que absortamente todo
depende de uno mismo. Siempre me llevé bien con la soledad, me acompaña, pero
el mejor momento es cuando se comparte, para eso es la música.
¿Cómo ves la escena musical?
Veo una gran producción de canciones, poemas, músicas. Estamos rodeados
de grandes músicos compositores y autores muy jóvenes que vienen dejando una
obra maravillosa. Y ojalá esa producción sea respaldada por quienes mucho tienen que ver en cuanto a que las canciones lleguen a todos los rincones; los medios de
comunicación. Hermosa escena musical viva en nuestro querido país.
¿Con que músicos de tu entorno
te sentís emparentado?
A lo largo del camino me he encontrado con músicos que admiro y he
admirado antes de conocernos o haber fertilizado la amistad. Por mencionar
algunos, José Luis Aguirre, Mario Díaz, Facundo Cámpora, Sabrina Vera, Facundo
Picone, Sandro Rodríguez, Mariano Medina y tantos más. Lo más hermoso, que
siempre te encontrás con pedazos de poetas, en cualquier juntada de patio.
¿Encontrás alguna identidad
musical propia de tu zona o circuito?
Sí, por supuesto. Soy nacido en plena pampa bonaerense, criado entre
espacios donde sonaban milongas, estilos, rancheras y recitados. Luego el
viento me trajo a Córdoba y sus sierras. En estos lugares he recorrido mucho el
norte cordobés y allí absorbí ese folklore cordobés, criollo, bien de campo y
monte, esas chacareras cortaditas con rasguido golpeadito, como Carlos Di
Fulvio. En ese andar, conocí la historia de Indio Pachi, músico criollo de
Cerro Colorado, que ya nos dejó en el 87, pero con una hermosa obra y el estilo
inigualable del toque de un criollo.
¿Un disco?
Recuerdos que lleva el río,
del Zurdo Martínez.
¿Una canción?
“Campo a fuera”, de Carlos Di Fulvio.
¿Una frase?
“Para el que mira sin ver, la
tierra es tierra no más”, Atahualpa Yupanqui.
¿Un espacio?
A caballo, sobre mi recado.
¿Con quién continúa la serie?
Facundo Picone →EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "ORACIÓN A PÉREZ CARDOSO", DE ATAHUALPA YUPANQUI, POR FERNANDO MORALES.
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