Andrés Arias
Córdoba
¿Qué te acercó a la música?
Cuando tenía cuatro años, me atrajo un piano medio viejo que había en
casa. Mi hermana mayor estudiaba en ese entonces, y así pedí a mis padres que
me llevaran a algún profesor para aprender.
¿Cuáles fueron tus primeras
incursiones?
Empecé con un profesor en el barrio, luego en unas cuantas academias de
música y luego a cursar en la escuela musical Collegium, donde estudié piano
con Antú Honik y las otras materias musicales, como audioperceptiva, también en
esa institución.
¿Tenés una metodología de
composición y trabajo?
Generalmente, a la hora de componer canciones, hago primero la melodía
de la voz con la armonía en el piano o en la guitarra. Luego le agrego la
letra. Luego de tocarlo muchísimas veces -por inercia y en todo momento que
puedo, en esos días cercanos a la composición-, o bien lo maqueteo en mi compu,
o bien lo probamos con la banda, donde el tema empieza a fusionarse con
distintas musicalidades y donde comienza una especie de metamorfosis que lo
lleva a renacer y resignificarse.
¿Cuál es el momento más
placentero del proceso musical?
A mí me gusta mucho el momento creativo, esa especie de riesgo que corre
por el cuerpo en donde todo puede salir mal y que a fin de cuentas no es tan
importante. Mientras menos importancia se le da, mejores resultados se logran.
En realidad, lo que pierde importancia es la mente que juzga. Entonces es como
un ejercicio de relajación y tensión a la vez (momento compositivo de motivos
principales). Luego me gusta bastante el trabajo más rutinario de curar esa
canción hasta llegar a fidelizar todo ese primer big bang, sirviéndose ya sí de
métodos o técnicas más pensadas. Pero siempre tratando de resaltar la esencia
de la composición.
¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones generalmente hablan de estados emocionales, de
sensaciones o de experiencias que generan dichas sensaciones. Muchas veces son
impersonales. Hablan de entidades o personajes creados experimentándose. Otras
veces busco por medio de las palabras llegar a algún lugar desconocido. El
hecho de lograrlo o no carece de importancia porque siempre lo que es nuevo es
el camino en el cual uno toma lo desconocido.
¿Qué esperás que pase con tus
canciones?
Que lleguen adonde tengan que llegar. Que el mensaje haga su recorrido.
El que tenga que ser, uno nunca sabe. Yo estoy abocado al trabajo porque amo lo
que hago. Así, luego, que ellas vivan, crezcan y se reproduzcan, o mueran
independientes.
¿Cuándo empezaste tu camino
solista y por qué?
Empecé alrededor del 2012, por gusto y por curiosidad. Así mismo,
fusiono este proyecto con los proyectos grupales (Sur Oculto y Sincronave), donde
puedo compartir y aprender muchísimo. Me gustan ambas instancias, grupal y
solista. En este momento estoy en proceso de grabación de mi segundo Ep, que
saldrá en plataformas digitales.
¿Cómo ves la escena musical?
La veo realmente hermosa. Fructífera, sumamente creativa y en
crecimiento.
¿Con qué músicos de tu entorno
te sentís emparentado?
Músicxs que admiro y con los que comparto, como Pancho Parra, Luca
Legnazi, Franco Cornacchione, Seba Tévez, Ema Borgna, Luci y Eli Rivarola, Fly
fly Caroline, Gonza Sánchez, Juan M. Lucero, Persona, y muchísimos otros.
¿Encontrás alguna identidad
musical propia de tu zona o circuito?
Sí, por supuesto. Mi identidad es relativa a mi lugar, a este lugar. Me
encanta que así sea. Lo que se respira en Córdoba no se respira en otros
lados.
¿Un disco?
Marmas, de Gonza Sánchez.
¿Una canción?
“Carnavalito”, de Bikini Margarita.
¿Una frase?
“Sinestesia nos dice que nada es real”.
¿Un espacio?
Terraza, sol.
¿Con quién continúa la serie?
Franco Cornacchione →
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