martes, 28 de marzo de 2017

#82 - Los músicos independientes remamos en un mar de dulce de leche

Patricio Gonzalo Díaz
Ciudad de Buenos Aires.



¿Qué te acercó a la música?
Los primeros acercamientos que tuve con la música se dieron con mi abuelo materno, fanático de Duke Ellington y del folclore. Yo todavía no había agarrado ningún instrumento, pero para la época en que tenía once años, varios de mis primos ya tocaban la guitarra, así que fui aprendiendo mucho con ellos, hasta los 14, que tuve mi primer criolla (una Antigua Casa Nuñez, heredada de mi abuelo, por supuesto).

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Me costó mucho desprenderme de mi bagaje estrictamente rockero. Las primeras bandas que escuché pertenecían al punk rock y al hardcore. Más de grande descubrí Pink Floyd y a partir de ese momento se abrió completamente el panorama musical… Me encontré con El Flaco, La Máquina de Hacer Pájaros, Color Humano, Nick Drake, Joy Division, Radiohead, etc. La lista es interminable/insoportable. Creo que haber descubierto estas cosas siendo un poco más grande fue una ventaja, ya que me permitió no naturalizar ciertos recursos o conceptos. Al día de hoy, sigo sorprendiéndome con composiciones de Invisible (por ejemplo) y, por cómo viene la mano, creo que jamás voy a dejar de hacerlo.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Nunca tomé clases de composición, por lo cual hablar de una “metodología” me queda un poco grande, jeje. Sí puedo hablar del impulso que se va generando a partir de una idea que me guste. Por lo general, un acorde o un riff de guitarra marcan el motivo que traccionará la canción en general, sobre eso la progresión armónica va generando los espacios para la melodía de voz y cuando la canción se vuelve repetitiva, busco la forma de volver a captar el interés del oído… Intentar no exponer todos los recursos de entrada, sino ir administrándolos en el transcurso de la canción para no perder el hilo.

 ¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
La respuesta rápida sería la grabación y la mezcla del registro, ya que es mi “vocación”, por decirle de alguna manera. Pero también podría decirse que disfruto mucho el momento en que los elementos que componen una canción pueden sostenerse por sí solos… Ese instante en que el músico deja de pensar estrictamente en lo técnico de la interpretación y puede darse el lujo de apreciar lo que se va generando… Y ni hablemos cuando eso que está sonando es del gusto de uno! Es una experiencia muy satisfactoria.

¿De qué hablan tus canciones?
No sé si hay una temática estable del contenido de las canciones… Creo que por lo general hablan de las inseguridades generadas a partir de reconocerse como un ser incompleto,  encontrarse con los propios límites… También hay muchos viejos amores (buenos y malos), el crecimiento, algunos sueños que me marcaron, temores infantiles y alguna que otra cosa que me olvido, seguramente.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Si la sana comunicación se trata de ser lo más directo posible sin lastimar a los cercanos, me gusta pensar que el mensaje en la música se rige por otras leyes y dinámicas. Creo que es sumamente válido intentar despertar la curiosidad o sugestionar alguna imagen al destinatario, estimular la inquietud mediante alguna frase o melodía, establecer contrapuntos que hagan trabajar ambos hemisferios del cerebro. Algunas veces sale mejor y otras peor, jejeje.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Podríamos hablar de una faceta solista, siempre y cuando hagamos referencia a componer música por fuera de los proyectos en los que uno esté involucrado. Hago canciones desde los 18 años, aproximadamente. A principios del año pasado estaba tocando en tres bandas distintas (con diferentes roles compositivos en cada una de ellas) y sin embargo, seguí haciendo música que quizás no se ponía a disposición de estos conjuntos. No descarto la posibilidad de editar algo de este material, con la ayuda de mis amigos y colegas, pero al momento estoy poniendo mi líbido creativa en Los Días, con quienes editamos nuestro último disco a principios de diciembre.

¿Cómo ves la escena musical?
Argentina tiene una de las escenas musicales más variadas de Sudamérica, junto a Brasil. Dicho esto, creo que hay que delimitarse un poco y reconocer que el mainstream de nuestro país es muy pobre musicalmente hablando y viene en picada. Las leyes del mercado musical y la falta de impulso a nuevas ideas y circuitos generó artistas, festivales y producciones donde se pierde (casi del todo) el eje de la música. De ahí la razón por la cual los “nuevos discos” de artistas que se consagraron en su momento suenen a “más de lo mismo” de lo que rota en los grandes medios de comunicación. Recordemos que la futbolización de la música (donde importa más “la ceremonia de la previa”, el agite por sobre la música, etc.) se da en un contexto de crisis y decadencia de este ambiente, lacrado con el sello de la tragedia de Cromañón (como subproducto de lo que generan estas leyes y criterios).
Por la positiva (y como supervivencia a la época del “rock chabón”) se fueron gestando otros espacios independientes. La idea del DIY (Do It Yourself) de los inicios del hardcore se retomó en forma de sellos, festivales, espacios, radios, fanzines, discos, todo de forma independiente. De repente, los músicos tuvimos que sentarnos horas frente a videos tutoriales para aprender a diagramar los flyers de nuestras propias fechas, aprendimos a editar videos y mezclar nuestra propia música. Amigos programadores y distintas plataformas que fueron surgiendo nos dieron la posibilidad de difundir nuestra música a bajo costo y este es, quizás, el aspecto a rescatar de nuestra escena musical, y de la cual estoy muy enamorado: los músicos independientes remamos en un mar de dulce de leche y aún así se emiten producciones de alta gama.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Por suerte, pudimos compartir muchas fechas el año pasado con bandas que la rompen. Temporada de Tormentas, Los Islandeses, La Gran Pérdida de Energía, El Príncipe Idiota, Los Octopus, Entidad Animada, Desperte Siendo Otro, Césped, Legüero y muchísimas otras.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Si, la autogestión.

¿Un disco?
Diagramas, de la banda Fusibles.

¿Una canción?
"Siesta", del disco Campamento, de los bahienses Dos Astronautas.

¿Una frase?      
“Sin expectativa no hay decepción”.

¿Un espacio?
Roseti (en Roseti 722, Chacarita; ex “La Playita”).

¿Con quién continuamos?
Pablo Maeda, de Los Islandeses →


EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: “BATALLA”, LOS DÍAS.

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