Nash Coll
Córdoba capital
La música.
La familia. En casa, de
chico, siempre hubo música. Mi mama cantándome de chico, mi hermana que siempre
cantó, mi viejo que fue quien más nos contagió la música, mostrándonos desde
The Beatles, Creedence, Piazolla, Almendra, Seru, jazz, etcétera. Y siempre
tuve esa curiosidad. Cualquier casette o instrumento que llegaba lo chusmeaba,
jugaba, escuchaba. Mis hermanos tenían sus bandas e iba a los ensayos o
escuchaba los ensayos en casette o aprovechaba si por ahí se dejaban una
guitarra para tocar.
Las primeras incursiones.
Siempre supe que la
guitarra era mi instrumento y así, con el tiempo, tuve mi primera criolla, y de
alguna u otra forma siempre, toda mi vida, hice música. Si no tenía guitarra,
percutía almohadones y cantaba canciones inventadas en el momento, escribía
letras y las cantaba siempre distinto. Fue un juego constante. Investigar el
instrumento, el canto, la poesía, con total ingenuidad, fue la mejor forma de
aprender. Con mis hermanos cantábamos canciones a diario, en el cotidiano, a donde
sea. Siempre me consideré autodidacta en la música, al menos de la forma en que
me empecé a relacionar con ella, creé mi propio lenguaje con total ingenuidad.
Luego pude pulir o poner en limpio ideas claras gracias a la experiencia de los
años, el estudio, nuevas ideas, personas y músicas.
La metodología.
No, nada estricto, es
aleatorio. He tenido épocas en que normalmente se daba una línea de hechos
como, por ejemplo, primero los acordes, después melodía y letra. Pero al tiempo
o excepcionalmente, cambia. Es sorpresiva la manera en que puede llegar a
surgir una canción, sea por improvisación, por cantar caminando, por una letra
que te canta la melodía, por una vivencia, por ponerte a componer y que salga,
o no. Pero sí puedo decir que es una búsqueda diaria y constante la
composición, sea porque surge algo nuevo, por hacer un arreglo, por cerrar
alguna idea, por versionar, etcétera. Está todos los días presente en mi vida,
por ende, abarca situaciones y lugares diversos.
El momento más placentero.
El momento en que te das
cuenta que tenés una canción nueva, la sensación de haber creado algo que te
emociona y querés transmitir. Después, lo que pase con la canción puede traer
muchas cosas placenteras o no... Pero si no se hubiera creado, no pasaría. Es
como crear una puerta.
Las canciones.
En mis canciones hay
amor, desamor, paisajes y alegrías, pasajes y tristezas, arbitrariedades
poéticas, hay vacíos, búsquedas personales, preguntas sin respuestas,
respuestas sin preguntas, descargas, mujeres, naturaleza, calles y olvidos.
Lo que pase con ellas.
La canción, una vez
hecha, es libre, y pasan con ella cosas que quizás el autor jamás se entere.
Eso es algo increíble e impredecible que pasa con la música. Como compositor
intento crear lo que para mí sería una buena canción, subjetivamente hablando y
sin pensar en un público en especial. Tan sólo espero que del otro lado se
disfrute y se agiten sus partículas por alguna razón.
El camino solista.
Se podría decir que
siempre, pero básica y formalmente, empecé cuando en el verano de 2011 grabé
“Sopa”, aun estando con mi ex banda Biernes*, sólo que -excepto yo- ninguno
estaba en Córdoba, y ese año tardamos en arrancar a tocar. En ese lapso hice y
presente “Sopa” con Ringo Discos. Luego, a fin de año se separa Biernes* y de
algún modo empezó lo que ya se había empezado con ese primer disco. Si bien ahí
nomás hicimos Que no Cumbia el Pánico, banda que duró tan sólo meses, por lo
que más que nada fue una formación de mi etapa solista que quedó en un demo
homónimo al nombre de la banda.
La escena musical.
Hablando en general, veo
que se ha descentralizado el mercado grande, como existía hace quince años
atrás quizás. No es que no existe, sino que fomenta la mediocridad y maneja
otros mensajes públicos. Ahora lo independiente tiene más cabida y circuito,
aunque en un camino que aún se está haciendo y asentando. Pero existen
posibilidades, como músico, que antes no había. Y eso es porque cambian los
modos de mover la información, de crear e incentivar la cultura, la forma en
que el público ve al artista, el artista cómo se ve a sí mismo, en un terreno
en donde la autogestión y el cooperativismo toman fuerza. Aún sigue siendo
dificultoso vivir de esto, pero nada se hace de un día para otro y es un
proceso interesante el que se vive hoy, cosa que antes parecía impensable.
Los músicos parientes.
Acá todos estamos en la
misma y somos parte de la misma historia, pensar que unos son más que otros es
ridículo, sabiendo que en Córdoba siempre fue difícil, en el terreno del arte y
la música, ser algo o alguien. Hay bandas de acá que les va muy bien y que por
más que no me gusten me encanta que les vaya bien. Es darle fuerza a la
identidad propia. Por ende, el emparentamiento se da al vernos como músicos,
los que estamos ahí, en ese camino.
La identidad musical.
Acá en Córdoba Capital,
la identidad musical número uno es el cuarteto cordobés. Y por ese ADN que hay
acá las bandas bailables son las que más mueven, sea o no por circuito
propiamente cuartetero. De todos modos, el rock siempre estuvo presente y por
lo planteado en la respuesta de la escena musical, se han abierto puertas que
permiten que el género gane terreno como circuito local y existe un flujo de
bandas importante.
Un disco
Armonicus Daltonicus, de Anticasper.
Una canción
“Supermas",
de Anticasper.
Una
frase
“Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo
tiempo por pasado fue mejor, mañana es mejor”.
Un espacio
A veces ciudad, a veces campo.
¿Con quién continúa esta serie?
EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "MEJOR"
http://nashcoll.blogspot.com.ar/
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