miércoles, 10 de junio de 2015

#14 - Ser solista es algo que va y viene, como uno mismo

Facundo Jofré
Mendoza



La música.
Fue la música la que se me fue acercando, desde chico. Supongo que tuve los estímulos necesarios en mi familia como para que esa semilla que es el quehacer musical comenzara a echarme raíces. Después, inevitablemente me fue creciendo dentro, por suerte nunca se me dijo que “no” a tocar y cantar. 

Las primeras incursiones.
Una de las primeras fue un acto escolar del Día de la Bandera en el que toqué el bombo acompañando una zamba que cantaba todo mi curso, dirigidos por la maestra. Desde ahí parece haberme surgido la necesidad de seguir tocando y contagiando a otros. Por ejemplo, tiempo después animé a mi papá a que cantara en una peña escolar (él hacía folclore, pero de la puerta de casa hacia adentro), yo lo acompañé con la percusión, que por esos días era el instrumento que me acercaba a la música. Ahí empezó toda una historia con lo folclórico. Empecé a tocar la guitarra, seguí acompañando a papá en peñas, festivales y demás. Y se armó algo ya más serio, por así decirlo. Hoy me parece rarísimo y muy lejano, pero en 2004, con Javier Jofré (mi padre), Luciana y Florencia (mis hermanas), ¡tocamos en el escenario mayor de Cosquín!

La metodología.
Hace algunos años no tenía ninguna metodología, ni pensaba que fuera un trabajo, más bien era todo muy lúdico, espontáneo y sin mucha conciencia. Pero, con el tiempo, y también a partir de haber empezado a estudiar música como carrera, me convencí de que es algo más trabajoso de lo que parece o de lo que te cuenta la tele y los rockstars. El proceso que lleva empezar desde la nada y llegar a la canción, se podría decir que es de un sufrimiento llamativamente placentero, muchas veces costoso, y con grandes posibilidades de que no llegue a algo bueno o satisfactorio. Siendo más optimista, puedo decir que voy buscando de distintas maneras, desde una letra (mía o prestada), componiendo la música por partes, desde una música tratando de llegar a la letra, a veces quedándome sólo con una letra o sólo con una música. A veces tengo una melodía que me gusta y me sugiere palabras que le sientan bien, y a partir de eso sigo con el acompañamiento. Seguramente hay métodos que aún desconozco y que en un futuro me serán de ayuda. Es importante, sí, tomarlo con la constancia de todos los días estar avanzando un poquito, dedicándole tiempo.

El momento más placentero.
Sin dudas, cuando ya tengo cerrada en su mayor parte la forma de la canción y un buen acercamiento a cómo quiero que suene grabada. Ahí me dan ganas de escuchar varias veces lo que hice y de corregirlo con mayor entusiasmo.

Las canciones.
Es un poco difícil definir eso, porque en ocasiones uno empezó a escribir pensando en algo y terminó diciendo otras cosas, y es un misterio cómo el cerebro va asociando palabras. Otras veces, la idea generadora gana y fluye mucho mejor en el texto. Por otro lado, cuando me tocó poner música a una letra que me dieron, pensé también en un discurso musical, cómo embellecer esas palabras, o desdibujarlas, o acompañarlas, o contradecirlas… A veces, también, hablo de algún personaje que inventé, que parece el protagonista, pero que en el fondo me ayuda a expresar otra cosa, un pensamiento. Y hay canciones que nacen de una imagen que te ayuda a decirlo todo, o imágenes que terminan siendo un algo por sí solas.
  
Lo que pase con ellas.
Me gusta que sean gustadas desde lo musical o letrístico, o desde ambos mundos. O que generen crítica o incomodidad o lo que sea, menos indiferencia. Que algo hayan hecho resonar.
  
El camino solista.
Lo comencé a finales de 2009 o principios de 2010. Inconscientemente, como creo que empiezan todas estas cosas, por necesidad. Después, de distintas maneras, por poco o mucho tiempo, empecé a asociarme con otros. Ser solista es algo que va y viene como uno mismo. Pienso que al hacer música, canciones, hace falta un otro a quien comunicarle y de quien recibir algo.

La escena musical.
La siento muy bien, me gustan muchas cosas, y digo esto refiriéndome a lo que conocemos como músicos alternativos (no difundidos por los medios masivos). Lo que nos llega a través del trabajo en red. Veo algo que surge y que no depende de algo impuesto desde arriba, sino que con total sinceridad va de a poco, de a peldaños, siendo reconocido y querido. Por darte ejemplos, en Mendoza hay tantos proyectos musicales hermosos que ya les he perdido la cuenta: Orozco Barrientos (quizá los más conocidos desde el folclore), Paula Neder, Sebastián Garay, Sebastián Guillén, José Quiroga, David Blanc, Alejandro Sicardi, Juan Pablo Dicesare, Mariana Paraway… Y muchísimos más, todos compositores de sus propias canciones. Bandas como Karamelo Santo, Pucha che, Bajo Cuerda, Altertango, La Nueva Guardia, Oesch-Alcaraz-Patiño, todos de géneros diversos, jazz, folc, pop, ska, cumbia. Es increíble lo que está pasando desde la creación, no sólo en Mendoza, sino en general, en todo el país.

Los músicos parientes.
De distintas maneras, me siento emparentado con los que mencioné antes, sumándole a gente de otras provincias y países, con los que compartimos viajes y experiencias: Gonzalo Miranda y Emilio Zottarel (Rosario), Nash Coll, Rodrigo Villanueva, Franco Moreira (Córdoba), Andrés Correa, Alejo García, Idinael Tejeda, David Heincke (Colombia), Omar Camino, Enrique Mesías, Oscar García (Perú), Alejo Jofré (Chile), y la lista seguiría de forma indefinida.

La identidad musical.
Sí, por estos lados ha ido pasando algo muy interesante en la mixtura entre rock, jazz, pop y lo folclórico. Se abre mucho el juego, y lo latinoamericano también suena. Y es llamativo como mueve, y lo que despierta.

Un disco.
Chakana, de Trío Oesch – Alcaraz – Melchiori.

Una canción.
“Va pasando la noche”, de Juampi Dicesare.

Una frase.
“Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado”. De Instrucciones para cantar, de Julio Cortázar.

Un espacio.
Potrerillos, Mendoza, un sábado por la siesta. 

¿Con quién continúa esta serie.
Manu Molina →

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN

1 comentario:

  1. Hermoso espacio y hermosa nota! nos vemos pronto, Facu! (soy Myriam Belfer, pero estoy escribiendo desde mi perfil de Google)

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