miércoles, 1 de julio de 2015

#17 - Que no sean nunca románticas, que abracen a muchas personas, que caminen por donde quieran

Roma Roldán
Castelar, Buenos Aires

FOTO: Marina Liendo - Casa Frida, Ituzaingo

¿Qué te acercó a la música?
Sospecho que la curiosidad, y una persona en particular, mi abuelo Aparicio. Él tocaba la guitarra y restauraba instrumentos con pedazos que se encontraba en la calle. Tengo imágenes con mucho olor a madera y polvillo, un arpa, un violín, y su guitarra floreada. Calculo que me gustaba visitarlo porque siempre estaba escuchando música (sobre todo chamame), y además fue quien me enseño a silbar, ¡mi primer desafío melódico!

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Claramente la percusión fue mi mayor aventura cuando era chica. Juntaba muchos potes y palitos de helado para armarme una batería. Mis viejos, perdón, los reyes magos, me regalaron un teclado que en ese entonces para mí era gigante, y me gustaba jugar con  las bases que venían predeterminadas, sumarle algunas notitas. Y creo que ahí empecé a cantar un poco, arriba de esas bases. Mi primera guitarra llegó como a los nueve, era usada y estaba destruida, pero fui aprendiendo acordes. A los doce me regalaron una acústica ¡gigante!, con la que empecé a componer canciones, las grababa en casete y se las mostraba a una o dos amigas, era bastante vergonzosa.

¿Tenés alguna metodología de composición y trabajo?
No, sólo dedicarle el espacio y tiempo que necesita la canción. El momento puede ser cualquiera, una melodía con palabras o sin ellas, viene como un soplo fresco entre todo lo que me toca vivir (por más que sea algo triste). Si no tengo una guitarra, a veces la melodía espera, a veces no. Si tengo una guitarra a mano, la voy acompañando, busco un espacio de soledad, lapicera y hoja o el mismo celular puede servir.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
¡Cuando te la tatuás! Cuando forma parte, cuando la canción se desprende de lo técnico y podes jugar sobre la idea “sólida”, moldearla cada vez que la tocás para que SEA en ese momento. O cuando pasa el tiempo y podes re-significarla, eso es muy loco.

¿De qué hablan tus canciones?
Hablan de procesos, de estados e intenciones. Son reflejos, por momentos crudos, pero con un tinte de melancolía y dulzura, son sólo una de las infinitas formas de transitar lo que genera vincularnos con otrxs y con nuestra existencia misma.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Espero que siempre sean un viaje que dure esos minutos, que puedan generar una intensidad en ese presente y sin doler. Que no sean nunca románticas, que abracen a muchas personas, que caminen por donde quieran.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Lo empecé hace unos seis años, cuando empecé a autonombrarme "Roma" y me animé a tocar canciones en algunos espacios amigos, la necesidad de dejar que todo brote ya era incontenible. Venía componiendo hace rato y el hecho de que varias personas me den ánimo y ganas de cantarles, fue de gran ayuda para comenzar a soltar.

¿Cómo ves la escena musical?
Bastante activa, muchos espacios independientes y nuevas ideas. Lo más difícil es llevar un proyecto artístico como forma de supervivencia, y creo que la autogestión lo permite pero es necesario que todas las partes se tomen en serio el laburo, que los espacios generen propuestas y que lxs artistas sean parte de la producción. Que la gente como público se sienta convocada a aportar/apoyar estas movidas. 

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
El parentesco va a veces por el lado del formato, el circuito y las amistades, más que por el estilo musical. Por nombrar algunxs solistas del entorno: Joe Palangana, Jaz Pimentel, Coiffeur, Guille Beresñak, Juanito el Cantor, Sol Marianela, Caro Tapia, Jorge Salinas, y también gente que compone bandas, como los chicos de Se Armó, Frico y la noche de la alarma, Hamaneratto, y tantas lamparitas nuevas que se van compartiendo.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
La verdad es que encuentro una ensalada increíblemente hermosa, mucha variedad y mucho por conocer en la zona. Hay pequeños circuitos que se dan por afinidad, pero están cada vez más conectados entre sí. Creo que la identidad son esas fusiones.

¿Un disco?
El sueño de las ballenas, de Juanito el Cantor. Es un viaje.

¿Una canción?
“Haga dudar”, de Coiffeur.

¿Una frase?
Hay que llenar el planeta de violines y guitarras en vez de tanta metralla”, Chavela Vargas.

¿Un espacio?
Las casas y lugares amigos que abren sus puertas para compartir el arte, Casa Frida, Guayaquil, Gorjeos, Granola, Escuela de Circo de Pies a Cabeza, El Transformador de Haedo, etcétera. Y la salita de ensayo, sin dudas.

¿Con quién continúa esta serie?
Ezequiel Schaerer, un amigo artista increíble con el que me animé a brotar →

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN: "ENTRE LO VERDE"

1 comentario: