Roberto Tosi
San Luis.
¿Qué te acercó a la música?
Crecí en un hogar lleno de música y la admiración por mi abuelo hizo,
en principio, que me acercara a ella. Mi abuelo materno, cantor cuyano, fue el
primer referente, pero junto a él, mis hermanos y fundamentalmente mi viejo. Si
bien no era cantor, siempre estuvo vinculado a lo cultural, y de su mano conocí
a artistas comprometidos con la realidad social. Esto fue lo que más influyó en
mí y paulatinamente mi obra tendió hacia ese estilo. Viajando con mi viejo
conocí la música de Cafrune, Facundo Cabral, José Larralde, Atahualpa Yupanqui,
León Gieco, entre otros grandes que admiré desde siempre. Me acercó a la música,
también, la necesidad de decir, de contar, de trascender al hecho estético, con
el fin de comunicar una idea, un concepto. Resumiendo, me acerqué a la música
por tradición familiar, por admiración hacia artistas comprometidos y por la necesidad
de comunicar.
¿Cuáles fueron tus primeras
incursiones?
Me inicié casi de manera autodidacta, robando acordes de los cantores
de mi pueblo y de viejos libros de guitarra. Luego me animé a cantar en las
reuniones familiares, en la escuela, para seguir posteriormente en peñas y
festivales de pueblos del norte de San Luis. La necesidad de componer ya estaba
en mí en ese entonces y practicaba inventando letras para las melodías de las
canciones que me gustaban. Después, ya con otros recursos, comenzaron a nacer
las canciones propias que paulatinamente fui cantando cuando tenía alguna
oportunidad. Los primeros pasos también los di junto a mi hermano Sergio, con
quien armamos un dúo y nos fue muy bien. Luego por razones de salud él no pudo
continuar y yo bajé los brazos. Continué luego de algunos años como cantautor
solista retomando así el camino.
¿Tenés una metodología de
composición y trabajo?
No tengo una metodología definida de composición. Por lo general, hay
una necesidad de expresión ante un hecho, una situación, una injusticia, un
sentimiento. Luego aparece una melodía y en la mayoría de los casos surge la
poesía, la letra. La inspiración aparece en momentos inesperados y las
canciones se resuelven de diversas formas en mi caso. Me ha pasado de andar
tarareando una melodía por años y de un momento a otro apareció la letra. Otras
veces, he escrito canciones en un rato. En definitiva, no tengo una explicación
concreta, una certeza de cómo componer, simplemente surge y fluye. En cuanto al
trabajo sí hay un método organizado temporalmente. Varía entre ensayos y
reflexiones según la necesidad.
¿Cuál es el momento más
placentero del proceso musical?
Es difícil responder esta pregunta ya que la música y su proceso son
placenteros desde donde se los mire. Siento mucha felicidad en el proceso
creativo de una canción y cuando finalmente éste concluye. Cuanto aparece una
melodía, una idea, una estrofa, un arreglo, siempre viene de la mano de la
satisfacción. Pero es un espacio de soledad y como todo proceso comunicativo,
la música debe compartirse. Entonces aparece otro de los momentos placenteros
cuando canto mi canción ante alguien, ya sea en el entorno familiar, con amigos
o bien en un escenario. Desde hace algunos años trato de cantar sólo mis
canciones, porque considero que en ellas está mi esencia y los sentimientos más
profundos que tengo para ofrecer. Cantarlas es también muy placentero.
¿De qué hablan tus canciones?
Todas tienen un profundo vínculo social. En muchas de ellas está la
historia de personajes cotidianos que, si bien no salen en la tapa de los
diarios, construyen la nuestra día a día con pasión y compromiso. Mis canciones
hablan de eso, de las pequeñas historias que conforman la historia real. Hablan
de los bailarines y cantores desconocidos, de rostros invisibles, de manos sin
privilegios, de exilios, de amores, de sueños y utopías, de las construcciones
que nacen en campos y barrios; intentan vincular la memoria con la actualidad,
indagando entre los dolores y los amores de la gente y mis propias emociones.
¿Qué esperás que pase con tus
canciones?
En principio poder compartirlas. Cada vez que esto pasa, ya dejan de
ser de uno y es muy difícil saber qué emociones transitarán en el otro. Siempre
tengo la esperanza de que sean significativas para alguien; siempre las sueño
libres para que tomen el rumbo que deseen más allá de lo que en algún momento
yo pueda esperar de ellas.
¿Cuándo empezaste tu camino
solista y por qué?
Creo que desde el inicio fui solista, entendido esto como aquel que no
es acompañado por nadie. Las cosas más lindas de la música las viví solo con mi
guitarra. A veces no te das cuenta y lo estético te envuelve, entonces pensás
que es fundamental armar una gran banda. Pero con el tiempo comprendés que lo
importante es el mensaje que transmitís. Estar solo con tu guitarra no implica
necesariamente ser solista, porque vienen con ella las historias del camino,
los amigos, los amores, las ideas, en fin, la vida. Entonces, la idea de
solista se transforma en relativa.
¿Cómo ves la escena musical?
Compleja, al menos en mi entorno.
¿Con qué músicos de tu entorno
te sentís emparentado?
Hay algunos artistas que admiro y si bien soy solista creo
profundamente en la oportunidad del trabajo colectivo. Como te dije, veo a la
escena musical compleja y esta situación lo es también para las demás artes.
Entonces siento injusto nombrar sólo a músicos porque me siento emparentado con
actores, narradores, poetas, artistas plásticos, etcétera, que se esfuerzan por
transmitir con creatividad una visión de lo que pasa en nuestra comunidad.
Siempre que puedo, comparto espacios con ellos. Actualmente, por ejemplo,
realizo junto a un amigo escritor y bailarín (Javier Bautista) una propuesta de
música y relatos que denominamos Entre
Historias y Canciones. Dentro de ella también aparecen en escena pinturas
de artistas puntanos y espontáneamente suelen participar bailarines y el
público. Me siento emparentado con todo aquel que se anima a expresar desde el
arte lo que siente y piensa.
¿Encontrás alguna identidad
musical propia de tu zona o circuito?
Hay una identidad musical en Cuyo, muy clara, relacionada con lo
tradicional, el culto a la amistad, al paisaje, y se reduce a tres géneros específicos: gato,
cueca cuyana y tonada, por ahí algún vals. Desde lo discursivo y lo musical se
ajusta a estos parámetros. Admiro a los artistas de mi entorno, y si tuviese
que nombrar a uno diría que José Luis Aguirre reúne la identidad o el estilo
con el que me identifico. Por haber pasado mi infancia y mi adolescencia en el
norte de la provincia de San Luis, entre el límite con Córdoba y la Rioja, lo
que hago en relación al folklore incluye otros géneros que me alejan de la
postura tradicionalista ortodoxa y me vincula a Traslasierra y la Rioja con el
aporte sanluiseño y cuyano que puedo dar. En lo discursivo me pasa lo mismo, la
identidad que busco trasciende al paisajismo y se apoya en lo social, y esto
implica al mismo tiempo a la universalidad. Me resisto a pensarme desde una
frontera territorial o cultural.
¿Un disco?
Corazón de tinta, de Jaguar
poeta urbano (Ricardo Corona).
¿Una canción?
“Más de cien inviernos”, de José Luis Aguirre.
¿Una frase?
Me gusta una frase que es parte de un poema que escribí para el patio
de la Pirincha, inspirado en una fotografía de Federico Del Prado: “Somos caminos, nos definen las distancias. Somos humanos, nos define el corazón”.
¿Un espacio?
El mundo.
¿Con quién continuamos?
Con Federico Olguín →
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