Federico Olguin
San Luis
¿Qué te acercó a la música?
Tenía ocho años y el ambiente en la escuela primaria de aquel barrio
gigantesco se había vuelto muy hostil, lo que me llevó a una actitud muy marcada
de introspección. Al parecer, mi profesora de música pudo ver esto y decidió
darme el regalo más bello que podía existir; me incluyó en su coro, y pude
pasar la primaria cantando y preparando repertorios para luego hacer
presentaciones, jugar mientras en las demás aulas se llevaba a cabo el exterminio
de la niñez. Nunca más dejé de vivir de ese modo.
¿Cuáles fueron tus primeras
incursiones?
Mis primeras incursiones fueron los himnos patrios que la escuela le
exigía a nuestra profe de música. Las canciones que inventaba en idiomas
inventados, y el repiquetear de algunos versos folclóricos que
resonaban tímidamente en mi interior; semillas que mis parientes tonaderos nos
dejaban -tal vez sin saber- como si fueran ventanas o escaleras para
llegar a esos lugares donde nos esperan nuestros ancestros y nuestros
verdaderos nombres.
¿Tenés una metodología de
composición y trabajo?
Mi metodología es, a grandes rasgos, por un lado, la constancia en el
ejercicio físico del instrumento, estudio de la técnica, tanto en el contrabajo
como en la guitarra, mis dos amados instrumentos; por otro lado está el
trabajo de investigación que hago desde la guitarra, es en este punto donde la
búsqueda de interpretación y creación se encuentran. Cada canción, cada obra
que estudio me invita a buscar mi palabra, mi melodía, mi ritmo, una fuente de
vida donde meto mis manos y lo que recojo es infinito, como la raíz.
¿Cuál es el momento más
placentero del proceso musical?
El momento más placentero es el que se da en el dialogo con otro
músico, esa charla afectiva que habla del presente que también es pasado y futuro,
lo que fue y lo que será en ese momento donde se es todo. Pero también hay un
momento al cual me quiero referir rápidamente, ese momento de soledad en el que
cada acorde y melodía van sanando, paso a paso, los dolores más profundos, ese
momento de auto-sanación.
¿De qué hablan tus canciones?
Mis canciones quieren hablar de mi tierra, que es mi gente, que es
mi historia, pero también mis canciones quieren decir el festejo, los ríos
donde el niño se vuelve verdaderamente niño, las calles que son la prolongación
de un cielo hostil y maravilloso, mis canciones dicen cuanto he sido amado y
odiado también.
¿Qué esperás que pase con tus
canciones?
Espero que mis canciones sigan viviendo con la humildad de una pequeña
planta, creciendo con cada nuevo día y muriendo también, renovando ese trocito
de tierra que ha habitado, nutriéndolo.
¿Cuándo empezaste tu camino
solista y por qué?
Como contrabajista siempre dependí de una banda para poder decir,
paralelamente -como conté más arriba- fui investigando desde la guitarra un
montón de autores, principalmente peruanos. Eso me fue llevando nuevamente al
folclore de mi tierra, la música cuyana. Así, con el pasar de los años, me
encontré con que tenía un montón de repertorio. Fue entonces que convoqué a un
gran artista y amigo, Juan Ponce, para que me acompañara en una presentación
que decidí realizar desde la guitarra, mostrando ese trabajo que se fue
gestando casi sin querer en la intimidad. Fue en ese momento
que comprendí que ya podía desarrollar otro tipo de trabajo muchísimo
más personal e intimista.
¿Cómo ves la escena musical?
Me referiré a la escena musical aquí, en San Luis. Para los cantautores
cada día es más difícil salir a mostrar su trabajo, están desapareciendo una a
una las salas donde se podía mostrar este tipo de trabajo, una falta total de
conciencia sobre las condiciones laborales que tenemos que soportar los músicos
en general, de parte de la comunidad, han abierto el juego a los especuladores
que buscan obligarnos a trabajar gratis. Esto generó que nos fuéramos juntando,
generando nuestros propios espacios y animarnos a seguir componiendo y
grabando. Es por esto que creo que cada vez más gente arma bandas, compone
canciones y se junta para poderlas compartir.
¿Con que músicos de tu entorno
te sentís emparentado?
Me siento muy emparentado con músicos de búsqueda popular, que son respetuosos
con el oficio y las personas, que buscan, aprenden con la mayor humildad, que
encuentran tanto en el jazz como en la tonada un saber valiosísimo. Puedo
decir con mucho orgullo que muchos de esos músicos a los que me refiero son mis
grandes amigos, con los que comparto cotidianamente no sólo la música sino
también la claridad y la oscuridad de esta región que habitamos, y de esta vida
que transitamos.
¿Encontrás alguna identidad
musical propia de tu zona o circuito?
A raíz del descubrimiento de la música peruana pude resignificar la
música cuyana, es desde ahí de donde avanzo, con la alegría de encontrar la
música que amo en cada taxi que me tomo, en la radio de cualquier kiosco, en el
aire.
¿Un disco?
Un disco importante sería Paladines de la música de cuyo, del dúo
Alfonso y Zabala.
¿Una canción?
“Al cimbrar de la vida”, de Félix Dardo Palorma.
¿Una frase?
“En este dulce vals se queda el alma prisionera, en el primer compás el
sentimiento abre una huella”.
¿Un espacio?
El rio y el desierto.
¿Con quién continúa la serie?
Fabricio Carbajal →
EL MÚSICO POR SU
CANCIÓN: “MONTE Y TIERRA”, DÚOSUMERGENTE.
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