miércoles, 27 de abril de 2016

#49 - Ahora podés ser heavy y disfrutar de un tremendo disco de folklore

Pedro Cabal
Victoria, La Pampa - Villa María, Córdoba

SOBRE FOTO ORIGINAL DE FLOR ROBLEDO

¿Qué te acercó a la música?
Mi acercamiento a la música tiene un responsable, y es mi viejo, que es músico. De las guitarreadas en casa con sus amigos y de las muchas milongas de Julio Domínguez, el “'Bardino”, que sonaban en casa, la crianza en el pueblo chico, Zitarrosa, el contexto natural alrededor. 

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
De niño quería ser baterista, a morir, así que arranqué tocando el bombo de muy pequeño. Después empecé a  tocar la guitarra. Creo que ya empecé a ver la pasión por la música al cantar, que es lo que más me gusta hacer.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Generalmente pienso en alguna idea o motivo y lo voy laburando, a veces pasan meses entre empezar a componer y terminar una canción, algunas quedan abandonadas y otras canciones simplemente salen enteras.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Para mí son dos: la instancia de grabación y la búsqueda del sonido que tenés dando vueltas; y la de tocar, que es un momento sagrado.

¿De qué hablan tus canciones?
Si bien no hay una temática en particular, creo que hablan más de mí y de cómo vamos conociendo y adaptándonos a los nuevos paradigmas artísticos que nos rozan y ejercen mucha influencia en nosotros.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Que se muevan, que le sirvan a alguien y que compartan un poquito del amor depositado en ellas.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
De adolescente me gustaba mucho tocar música pampeana y, si bien no componía en ese tiempo, me gustaba la idea de versionar canciones que me gustaban mucho de allá, y quizás darle una onda que venía curtiendo por otro lado, más rockera. Después, al mudarme a Villa María (ciudad donde vivo) comencé a tocar en un par de bandas (Madre chicha, Volá Pescao y un par más de proyectos de los que formo parte en paralelo) y esto me enseñó a hacer canciones desde un rol distinto, más el de formar parte de un grupo.

¿Cómo ves la escena musical?
Me gusta mucho, hay una revalorización de la cultura del under y existen en varios lugares del país públicos dispuestos a escuchar cosas nuevas, que no se quedan sólo en la música que nos ofrece el sistema. Todavía reconozco que falta ver de nuevo el rol de la cultura en nuestra cotidianidad, como país, para tener un mejor aparato cultural y que haya más laburo en todos lados.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Con muchos, y no por una cuestión de compartir géneros musicales. Por ejemplo, me cabe mucho la movida de pop que está surgiendo en Villa María y otros lugares de Córdoba también, porque tiene un respeto grande por las canciones, por citar un ejemplo. También la cumbia se está ramificando a muchos lugares nuevos y me pone muy contento. A lo que voy es que las barreras de los géneros ya no satisfacen como antes; ahora podés ser heavy y disfrutar de un tremendo disco de folklore, y no pasa nada.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Noto que en esta zona se está gestando algo re lindo, y que si bien no está representado en un plano meramente estético, existe una matriz o un sentimiento en común, partiendo del respeto y la mutua admiración entre colegas artistas y el amor por lo que uno hace, que es el principal motor.

¿Un disco?
Praderas, de Fabricio Amaya.

¿Una canción?
“Soy del mar”, de Tomás Ferrero.

¿Una frase?
“¿Cómo vas a tener mi esclavitud?”, Facundo Felipe.

¿Un espacio?
Las juntas, Catamarca.

¿Con quién continúa la serie?
Tomás Ferrero →

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