Nicolás Trigo
Merlo, provincia de Buenos Aires.
¿Qué te acercó a la música?
La música en sí misma, desde muy chiquito me recuerdo escuchando música.
Y cuando jugaba con los muñecos, inventaba historias de acuerdo a la música que
pasaban en el radio o cosas así. Creo, sinceramente, que la música me crió más
que cualquier persona. Y cuando veía un instrumento, sabía que quería tocarlo,
pero no decía nada para que mi vieja no tuviera que gastar en eso. Sinceramente,
no recuerdo un momento en particular, solo sé que no tengo recuerdo en que la
música no esté presente en mi vida.
¿Cuáles fueron tus primeras
incursiones?
A los nueve años formamos nuestra primera banda con dos compañeros,
donde hacíamos temas de Spinetta, Tanguito, Guns N´ Roses, Metallica, Hendrix,
Nirvana, por ejemplo. Yo cantaba. Hasta que pude comprarme una guitarra y fue
ahí, con mi primera viola eléctrica estilo J. Hendrix, que supe que no pararía
nunca de amar y tocar la guitarra. Así que mis primeras incursiones
fueron rock al palo.
¿Tenés una metodología de
composición y trabajo?
No sabría si llamarlo metodología. Tengo mis preferencias, por ejemplo
la mañana, bien temprano. La mayoría de las canciones que compongo surgen con
las primeras horas del día, porque de noche me deprimo, me salen oscuras o
demasiado tristes. Después, si tengo una forma de componer, en cuanto a letra y
música, la verdad es que no, dejo que la melodía elija encontrarse primero con
la letra o con el ritmo y viceversa con todo. A veces armo y desarmo
mucho, a veces hago las canciones casi a sordas, a veces sin siquiera agarrar
un papel o un instrumento, después las toco y veo cómo quedaron. Pero nunca me
sirvió una metodología, de hecho me aterra encontrarla creo.
¿Cuál es el momento más
placentero del proceso musical?
Lo que más disfruto es improvisar, cuando sale bien, es como el
orgasmo.
¿De qué hablan tus canciones?
No me limito en lo que quiero que digan mis canciones. Trato de abordar
temas que conozco, o creo conocer, o haber tenido experiencia alguna, aunque no
siempre, también me dejo volar, pero con esas soy más cuidadoso para no
lastimar a nadie. Escribo mucho sobre lo social, ponéle, y a veces me paso de
ácido, pero ahí voy aprendiendo. No me nacen las canciones “románticas” ni a
palo, pero me gusta escuchar alguna que otra.
¿Qué esperás que pase con tus
canciones?
Que dejen de ser mías.
¿Cuándo empezaste tu camino
solista y por qué?
Empecé hará unos seis años. Y el por qué, supongo que quería dejar de
limitarme. Trabajar con otrxs músicos es inmensamente hermoso, pero a veces se
complica consensuar y más en lo que no tiene que ver con la composición o
interpretación de la música, que es lo que más me importa. Toda la parte de
salir, viajar, que flete, que esto, que aquello, que uno no puede, que el otro
no quiere… Me cansó y un día dije: se va
todo al carajo, agarro mi guitarra, mi voz y mis piernas, nada más.
¿Cómo ves la escena musical?
Me gusta creer que de a poco está cambiando. Me aburren los recitales y
presentaciones tradicionales. Creo que hay que salir a la calle a tocar. Tocar
en plazas, veredas y si es en bares o teatros, tirarle un onda diferente, qué
sé yo. Digamos, hay quienes intervienen y logran una escena fantástica, y
resulta hermoso, pero si solo se trata de luces y humo, yo paso, gracias.
¿Con qué músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Con los músicos que son genuinxs consigo mismos y sinceros para la
gente que los escucha o escuchará. No hago diferencia por estilos, admiro y
trato con músicos trovadores y heavys, tangueros y hasta cumbieros, todo me
gusta, siempre y cuando sea real. No me caben las bandas o solistas que pelean
por “llegar” a ese lugar que no saben dónde queda ni hacia dónde los lleva y
terminan prostituyendo y esclavizando las canciones y la música. Eso me pone
mal, porque le faltan el respeto a lo que más amo. De esa ambición me alejo y
por supuesto, de los músicos que la consumen y la venden.
¿Encontrás alguna identidad
musical propia de tu zona o circuito?
Soy de la zona oeste del conurbano bonaerense y creo que hay una
identidad, pero en la forma de llevar y traer la música, digamos, en los
eventos, en el compartir, en la forma de llevar a cabo ese momento en que las
canciones se abren al público. Después de la tragedia de Cromañón empezó a
costar muchísimo tocar en bares, entonces surgieron nuevos espacios, los
armamos, en casas abiertas y lugares públicos, esto creo que trajo a su vez
muchos instrumentos nuevos y mucha solidaridad entre los músicos. Comenzaron a
desaparecer bandas que sólo tenían guitarra, bajo y batería y surgieron
bandas con violines, contrabajos y acordeones, por ejemplo. Esto creo que
cambió muchísimo la identidad del circuito musical de esta zona y por supuesto
los solitas se multiplicaron.
¿Un disco?
Canto que Grito, de Pablo Merletti.
¿Una canción?
“Cardo”, Fer Díaz.
¿Una frase?
“Todo debe pasar por mi sangre, mis huesos, mi respiración, por el
corazón de mi sangre, pues yo soy un poeta, no un hacedor de versos bonitos”, Dardo
Dorronzoro.
¿Un espacio?
El que piso.
¿Con quién continúa la serie?
Continuamos con Francisco Allende →
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EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "GRACIAS, HOY ME TOCA VIVIR"
Grande Nico.. Te admiro desde mis 13 años.. Nunca dejes de mostrar tu arte. Abrazo fuerte amigo!
ResponderEliminarMuy buen tema!!!!!
ResponderEliminarabrazoooo!!!
ResponderEliminarVamo arriba ñeri que el agite esta en el oeste!!!
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